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martes, 28 de mayo de 2013

Y ahora esta tarde me regala otro encuentro


Y ahora esta tarde me regala otro encuentro

     Fuimos niños y en ese tiempo mirábamos el mundo con egoísmo, lo hacíamos con los colores de los sueños… Ya pensábamos en la muerte, a veces nos atraía, la dejábamos a un lado y seguíamos creciendo cada día… Íbamos descubriendo alegrías, malestares, y los gustos y deseos por el sexo opuesto, y también nos llamaba el amor que es más fuerte que esos gustos y deseos… Dejamos la edad de ser niños, nos hicimos adolescentes, jóvenes y llegamos a adultos, pero los niños siguen en el mundo, ellos les siguen dando nombre a las cosas con palabras de sueños, siguen volando papagayos tratando de llegar a otros sitios, persiguen la liviandad de las mariposas, y yo adulto no soy ajeno a esas miradas de sueños…Mi hijo de catorce años aún juega con las hojas de las plantas, todavía se distrae con el vuelo de los pájaros, anda tras el sonido y olor de la lluvia… Y yo me dejo llevar por mis recuerdos de momentos gratos, aún guardo la memoria de los dos primeros años de mi hijo, y sé que fue diferente al resto de los demás niños, no porque haya sido mejor, sino porque los momentos de cada niño son diferentes, él caminó en su tiempo y también empezó a hablar en su tiempo… Ahora andamos a la par, él con sus visiones de joven, la mamá con sus perfumes de mujer que nos aligera momentos de hiel y sal, y yo que entre otras cosas escribo claroscuros y colores, me gustan los colores de la paz, de armonía y alegría… Con todos mis hijos y con mi mujer busco tejer escenarios gratos y tranquilos, sin ignorar los claroscuros de los pesares, pero fortaleciendo los colores de miel y amores… En los colores de la mañana me persigno con optimismo y fe, en los colores de la tarde me entrego a contemplar el presente con sentidos de perennidad, y en los colores sombreados de la noche me dejo llevar por la ronda silenciosa y serena de las luciérnagas… La vida es para vivirla con palabras, para compartirla con voces amigas, y las llevamos a la escritura con paciencia y laboriosidad como hormiguitas con razón, conocimiento y amor… Y ahora esta tarde me regala otro encuentro con las letras, bajo nuestro techo donde convivimos mi hijo Fabio, María, mi mujer y yo; ella me trajo un guayoyo y dos rebanadas de pan, mi hijo se entretiene con la televisión, con los videojuegos y con tantas otras cosas, y yo disfruto cada segundo, mientras trina un pajarito en el patio, canta un gallo donde los vecinos, y la certidumbre del ahora que poco a poquito sigue transcurriendo inexorable…