Vecina, María Alvarado
En Semana Santa quisiste ir a pasarla en
el campo, allá estuviste y disfrutaste de los gratos dones del llano en su
abierta inmensidad…
Este viernes temprano en la noche había
suaves fragancias que esparcía la brisa de flores de la dama de noche, y un
poco más tarde te fuiste de este mundo, para ir a encontrarte en el cielo donde
Dios reina…
Ayer sábado en la mañanita miré unas
maripositas arco iris que revoloteaban sobre el verdor de mandarino del frente
de tu casa, y de pronto sopló una leve brisa y se fueron ingrávidas y serenas
por el este de este rincón de calle ciega…
Anoche vinieron a cantarte oraciones de
amor, para que tengas paz, y para que la paz permanezca en nuestra vida diaria
de vecinos, y para que también la paz prevalezca en cada momento de nuestra amada patria…
Y hoy domingo, día de Dios, te vas de
nuestras presencias, y es buen momento, para decirle a tus hijos, que se
mantengan siempre unidos en amor y respeto de hermanos…
María, tu nombre en hebreo significa
señora, la que dirige el orden de la casa, y la seguirás dirigiendo con la
buena estela de tu memoria, que debe ser orientación en tus hijos, para que
sigan manteniendo el camino digno del trabajo decente y del estudio fecundo…
Esta mañanita anduve caminando en silencio
por el patio de mi casa, y me distrajeron por un momento las flores coloradas,
amarillas y moradas de las cuarentonas y de los cariaquitos, y ahí musité una
plegaria a Dios, para que tengas paz, y para que en tu casa tus hijos vivan
sanos y en buena convivencia entre ellos, y en donde se encuentren en cada
momento…
En estas líneas te ofrendo sentimientos de
amor, para que tu encuentro con Dios sea de paz y en paz, por siempre, vecina,
María…
Adelfo Morillo