Tras de una
vida sencilla 65
Espíritu de amor
Me contaba mi mamá Tú naciste en una casa, en la carrera 5
entre calles 4 y 5, en la Villa de Todos los Santos, muy cerca del río Guárico,
era domingo, once de la mañana de aquel quince de marzo de mil novecientos
cincuenta y dos, me atendió en el parto María Castro de Mendoza, comadrona y
esposa de José Mendoza, hermano de mi mamá…
Desde ese entonces
empezaron mis abuelos maternos a ocuparse de mi crianza, me cuidaban del
sereno, y no sé, si había Luna en el día y en la noche, de ese primer día de
luz para mí… Y ahora, cuando han transcurrido no sé cuántas lunas, y a esta
fecha, comienzos del año dieciséis del dos mil, sigo haciéndome preguntas, y escribo
las respuestas que me doy en este momento
Me pienso
y me siento poeta,
y mi yo poeta,
me pienso,
y me siento filósofo,
y pienso,
estoy frente a una piedra,
y si yo muriera en este
momento,
o en el momento cuando
muera,
esta piedra o cualquier piedra permanece,
después de la muerte de la carne,
mas el espíritu
trasciende;
esto que escribo,
es espíritu de poeta y de filósofo,
y en mi esencia de espíritu,
escribo para la paz,
pienso y siento la paz,
con
mis vecinos,
por
mi país,
y por el mundo;
y el camino es amor
entre hombres y mujeres,
amor que se manifiesta en bondad,
en cada uno de nosotros,
para con los demás,
y de los demás para con
nosotros;
entonces comprenderemos,
somos iguales, pero diferentes,
convivamos con las piedras,
con los negros, con los blancos,
con los pieles rojas,
con
los amarillos, con los cobrizos,
hablemos verdad con ternura,
hagamos verdad sin mezquindad…
Vivamos nuestro reino,
comprendamos
y convivamos con los demás
sus
diferentes reinos…
Adelfo Morillo