Tras de una vida sencilla 68
Ando y desando
Como otras tantas veces, ando caminando
y también desando otros tiempos idos;
miro una hoja de roble que cae,
se columpia y balancea, se retuerce
y muelle posa su peso justo sobre su forma que
dibuja,
y alguien me saluda y saludo,
me siento en un banco de la plaza,
miro, gente pasa, una mano amante se posa sobre
formas de mujer,
y una lagartija abre la boca y muerde la hoja de
roble
que ahora amarilleverdea la boca de la lagartija,
y muy cerca canta
un gallo como implorando que amaine esta sequía…
Mis viejos poco a poco se han ido yendo,
Toribio, mi padre, pervive en Maracay;
y me pregunto ¿a dónde se ha ido la lagartija?,
perdí su rastro, no sé, si sostiene la hoja o la
mastica,
no pienso más en eso;
ahora miro el chispazo de una piedra lanzada por
alguien,
rebota en la acera de enfrente,
ahí donde miro una casa en escombros,
desde aquí la miro sin techo,
la luz solar proyecta sombras de las paredes rotas
y costrosas,
y así hay tantas casas en esta Villa de Todos los
Santos,
esta de paredes rotas y costrosas esta aquí,
hay otra un poco más allá, miro una de sus
ventanas,
desde este banco miro esas dos casas, sé que hay
otras más,
desde la infancia he andado por estas calles,
ahora no hago tremenduras de muchacho,
no toco timbres en las puertas de las casas,
ya no estoy para correteos,
tampoco estoy con mis primos,
como corríamos y corrinchábamos,
cuántas veces nos dijeron ¡Dejen el corrinche..!
A mis años de ahora todavía me gusta el bochinche,
pero sin correteos, hago bromas y chistes,
me río sentado sobre este banco,
y si alguien se acerca y me pregunta,
le digo Me
estoy acordando de sabrosas picardías…
Y ¿qué será de la hoja de roble y de la
lagartija..?
Adelfo Morillo