Tras de una vida sencilla 67
Como el rocío
Llueve, sigue lloviendo, llovió…
Sopla la brisa, sigue soplando,
sopla en estas llanuras pasito o rauda sobre el
pajonal,
y sopla en alguna falda de las montañas andinas,
sobre el capimmelao en esa falda de montaña
la brisa se hace arcoiris o se vuelve oleaje de
colores;
pero ahora esta sequía nos abrasa,
este sol abrasa las aguas de caños y quebradas,
y también abrasa esta represa del Guárico y charcos, aljibes y ríos…
En estas mañanas he olido con la brisa frescor de
lluvias
y me inflamo de ganas por el rocío, por las garúas
y por las lluvias,
me paseo por el solar, y miro algunas flores,
y voy regando las plantas
y algunos pájaros se bañan en los pozos de las
hojas,
y la gallina escarba,
la rondan cuatro pollitos
y ya han aprendido a escarbar
y en la casa vecina al oeste canta el alcaraván
y una lagartija se queda feliz sobre húmedas
sombras
y así de a poquito a poquito se va cumpliendo
nuestro tiempo de arena;
nada interrumpe esta esencia con olor a perfume,
y algunas veces con aromas a azahares de los
limoneros
y otras veces a sutiles fragancias como a
serafines;
y algunos amigos poco a poco se nos van yendo,
nos anticipan que también estamos de paso,
y cuando se cumpla nuestra última lámina de arena,
los que no nos quieren, dirán ¡Hasta nunca jamás..!,
y los que nos quieren, nos mantendrán en la
memoria,
porque por momentos nos olvidarán,
y como nos quieren por momentos nos recordarán,
y así nos vamos yendo
cada cual en su última lámina de arena;
mas el tiempo sigue sin pausa,
y entonces unos nos llegan como la sequía y otros
llegan como el rocío,
los de sequía llegan para negarse y los de rocío
llegan para amar y amar
en amor y bondad y en fe y belleza de Dios…
Adelfo Morillo