Tras de una vida sencilla 1
Nací en la Villa de Todos
los Santos, hasta mis ocho años estuve a la orilla del río, junto a
embarcaciones y frente al barranco me divertía mirando zambullir y resurgir con
sus resoplidos a las toninas. El sol quemaba más mi color moreno, mientras
miraba sobre el barranco o pescaba en la canoa. Mi miradas recorrían cada cosa
diurna o nocturna que llamaban mi atención, mis tiempos se llenaban mirando los
oficios de mi mamá, o andando a pie o en canoa con mi papá, y ayudándolo en
alguna de sus diversas ocupaciones. Desde esos tiempos ya empezaba a
preguntarme y a preguntar, contemplaba y pensaba. No me había encontrado con la
idea de Dios.
Mi papá conmigo se llenaba
de alegría, él me hacía inteligente, por mis preguntas y mis ganas de aprender,
él me hacía grande en el futuro.
Mi mamá era más comedida,
solo una vez me habló en futuro, porque tuviera una mujer que me quisiera bastante.
Nunca me dijo una expresión de cariño, mas yo sentía que también ella alegraba
sus días con mi presencia.
En esos tiempos ya yo me
acercaba a las niñas y las miraba con ojos de afecto y de ilusión, yo no sabía,
si mi figura despertaba querencias en alguna de esas muchachas.
Sí sé que mi papá me decía
palabras bonitas, me atendía, me llevaba de compañero para todas partes, me
conversaba, me narraba cuentos, leyendas y tantas historias.
Adelfo Morillo