Mostrando entradas con la etiqueta Tras de una vida sencilla 5. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Tras de una vida sencilla 5. Mostrar todas las entradas

sábado, 15 de agosto de 2015

Tras de una vida sencilla 5

Tras de una vida sencilla                          5

       Una mañana estábamos sentados en el pasto de uno de los jardines de la Facultad de Humanidades, frente al Pico Bolívar, y fue entonces, cuando le di a Mariela el nombre de Goterita de luz… Ella me pregunta ¿Por qué?
       Y le cuento Cuando yo vivía en El Picacho a orillas del río Apure, dormía y me acostaba en un chinchorro de cabuya, y me entretenía mirando hacia el techo de cinc, y este tenía agujeritos y por ellos se filtraban los rayos de luz, y yo miraba cómo se hacían conos de luz que se proyectaban hasta el suelo de tierra, y me imaginaba mundos encantados, te digo Goterita de luz…, porque eso me parecían, y ahora por la forma como eres conmigo, eres para mí linda y eterna Goterita de luz
       Una tarde diferente a las demás, llegó hasta mi residencia Edith, acompañada de Ilva, una compañera de residencia y de estudios de Medicina, para que yo fuera a caminar con ellas, hicimos la caminata hasta la redoma de la Facultad de Humanidades y regresamos hasta el frente de mi residencia, cuando nos despedimos, Edith me pregunta ¿Cuándo volvemos a caminar?
       Yo respondo En cualquier momento, cuando quieras, siempre y cuando  ella venga también
       A partir de ese momento, el tiempo para mí era como que no avanzaba, y a los tres días siguientes, llegué hasta la residencia, donde vivía Edith, toco la puerta y abre la Negra Acosta, me pregunta y responde ¿Buscas a Edith? Ella no está…, está Ilva, ¿te la llamo..? Digo Sí, por favor…
       Atardecía y poco a poco se hacía noche, mientras caminábamos, empezó a llover, le pregunté a Ilva ¿Seguimos..? Me dijo . Y llovió a cántaros, caminábamos y conversábamos, llegamos hasta el final de la avenida Urdaneta, caminabámos de regreso, y coincidió que subía Mariela manejando el carro del papá, nos dio la cola, llevamos a Ilva hasta su residencia, y luego me llevó hasta mi residencia. Ilva y yo seguimos saliendo, caminábamos, conversábamos, nos hicimos novios, fue mi primera novia, y pocos meses después nos casamos en su casa Los Tulipanes en Valera…

Adelfo Morillo