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miércoles, 17 de abril de 2013

Todo pasa y todo queda


Todo pasa y todo queda

     Hoy perdí un billete en un mercado de chinos, y luego recordé que hace unos días en una mañana ahí no me cobraron algo por el doble del billete que ahora perdí; y para mi sorpresa mi cerebro empezó a activar una serie de sinapsis analógicas, y me hizo mirar como en una película la vez cuando andaba con alguien que fue mi mujer por un tiempo, rememoré que habíamos llegado al momento cuando ya discutíamos por todo, nada de lo que decíamos o hacíamos nos parecía bien y discutíamos, y esta vez andábamos caminando y discutiendo, cuando de pronto miré en el piso tres billetes, que sumaban tres veces lo que no me cobraron aquella mañana en el mercado de los chinos; pero la serie continuó, porque después me hizo ver el cerebro en mi memoria aquella mañana, cuando me cobraron en un supermercado del centro por un papel sanitario dos veces y medio más de lo que no me cobraron aquella mañana donde los chinos, de eso  me di cuenta cuando revisé la factura que me dieron; y la cosa siguió, porque me llegó al recuerdo de cuando tenía 20 años, y era diciembre 24 y no tenía nada de dinero, y cuando iba llegando a la casa de mi mamá, en la calle en la parte de debajo de la orilla de la acera, entre unas hojas sueltas estaba un billete que para aquel entonces era el sueldo de una semana para un obrero; pero no crean que ahí terminó el asunto, el cerebro aún me hizo recordar aquella noche, cuando mi mamá me dio una moneda para que fuera a comprar unos huevos en el abasto que estaba a media cuadra de la casa, me llegué hasta el negocio, y cuando estaban envolviendo los huevos, me di cuenta de que en el piso estaba un billete con el valor del que perdí hoy en el abasto de los chinos, y esta memoria de la compra de los huevos data de cuando yo tenía nueve años de edad… Aquí digo que no soy muy afortunado para conseguirme dinero ni cosas perdidas, lo que sí me parece curioso es la manera como funciona a veces mi cerebro, que sin proponérmelo me lleva a recapitular sucesos de una forma espontánea, y entonces me digo y les digo que así se teje las causalidades de nuestras vidas, y eso nos debería llevar por la senda de no angustiarnos más de lo debido, simplemente deberíamos darle solución a las contrariedades, y valernos más de la sonrisa, porque todo pasa, lo desagradable y lo agradable, y todo queda después de que nos vamos de este mundo físico.

lunes, 25 de febrero de 2013

Todo pasa y todo queda


Todo pasa y todo queda

     Los hacedores o creadores encuentran en su oficio una manera de interpretar el mundo, de comprenderlo, y con excepciones algunos de ellos sucumben ante el horror de los hechos cotidianos, bien sea en la música, pintura, escultura, canto, o en la literatura, el creador expresa su mundo interior en el lenguaje propio de su oficio, y en cada obra reconocida o no, el creador manifiesta algún desgarramiento o sublimidad existencial objetiva o subjetiva…
     Arthur Adamov natural del Cáucaso (Rusia) escribió su obra en francés, y en el relato La confesión (L’Aveu) narra el dolor que lo atormenta; en La parodia (La Parodie) de la que Adamov dice que la materia prima la encuentra en “los sucesos cotidianos más ordinarios, particularmente escenas de la calle, y que una representación teatral debería ser la intersección entre los mundos visible e invisible, o en otras palabras, la expresión, la manifestación de los contenidos latentes que forman la cáscara que envuelve la semilla del drama”; luego La invasión (L’invasión) recibe de la crítica los mejores elogios, y Jean Vilar dice que en esta obra teatral Adamov renuncia “a los ornamentos del diálogo y la intriga y por haber devuelto al drama toda su rígida pureza”; en 1953 estrena El profesor Taranne (Le professeur Taranne), sigue en 1955 con Ping-Pong y luego Paolo Paoli… Y como si fuera la bajada de telón de su propia vida, Adamov se suicida en 1970…
     En el relato bíblico leemos que “al principio fue la palabra”, para crear y nombrar, para en el tiempo y en el espacio dar vida, fe y alegría, y tristemente a veces el discurso creador no es suficiente para satisfacer a un ser atormentado, pasional o radical… ¡Qué acto más inexplicable para los espectadores como el suicidio! La muerte es la espada de Damocles, solo no sabemos dónde, cómo, ni cuándo nos va a segar, pero la muerte es el terrible temor que no nos abandona, mas de la manera como se dé la muerte, el mundo permanece en la eternidad, una flor muere y otra florece, se desvanece un amanecer y sigue otro, como escribió Antonio Machado:

                                             Todo pasa y todo queda,
                                               pero lo nuestro es pasar…”