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jueves, 7 de mayo de 2015

Somos tan pobres en las cosas de Dios

Somos tan pobres en las cosas de Dios


            En líneas finales de la novela Las sandalias del pescador, escrita por Morris West, leemos de las Memorias secretas de Cirilo esta parte de su confesión … que yo, a quien se le pide que dé tanto, me encuentre tan pobre en las cosas que son de Dios
                                                                                                           
      Sí, lectores y lectoras, todos somos tan pobres en las cosas de Dios, y sin dudas que la mejor forma de estar cerca de las cosas de Dios es transitando una vida sencilla, sin lujos ni tantas otras vanidades; sin ambiciones de poder ni de dinero en abundancia, sin consumismo de cosas superfluas, tratando de tener cada día solo lo necesario, alimentos, techo, vestido, buen comportamiento en actitudes, palabras, acciones y reacciones…
      La buena actitud nos la da la luz de cada nuevo día, en el verdor de las plantas y su frescura, en los variopintos de las flores, en la dulzura del agua y de la fruta que saboreamos, en los pájaros que cerca o a lo lejos cantan, en las manchitas blancas de las uñas, y en calores y frescores diurnos y nocturnos…
      Las buenas palabras las escuchamos en familiares, amigos y en la gente que viene y va…
      En el patio miro los pájaros, cómo accionan, vuelan, buscan y llevan trocitos de madera, pedacitos de algodón pajarito, van y vuelven, y así de vuelo en vuelo van haciendo el nido, y ya concluido ahí hacen pareja, y se esculcan, y se toquetean, y algún día la hembra aova, y nacen las crías, y la madre vuela y lleva comida, y le coloca la comida en la boca, y cómo abren la boca las crías, grandísima, anchísima, y cómo son de glotonas; y nosotros cómo debemos aprender, para lograr cada cosa cotidiana, sin quejarnos, sin rezongos, solo debemos agradecer a Dios, por la vida, por la salud, y porque nos dé amor y solo amor en cada sitio y momento de nuestra breve existencia…
      Sí, somos tan pobres en las cosas de Dios, entonces dejemos de ser mezquinos, y de ser envidiosos, y también dejemos tantas otras cosas que llevamos en nosotros, y que no son de Dios…