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viernes, 6 de enero de 2017

Rubaiyat de Omar Kheyyam


Rubaiyat de Omar Kheyyam

       Rubaiyat es el título de un libro de la editorial Rotativa, séptima edición, Barcelona, España, noviembre, 1980, de una antología del poeta persa Omar Kheyyam, traducida del árabe por José Gibert, y escritos en verso castellano por Diego Navarro; de esa antología voy a transcribir algunos que van a leer de seguidas

¿Sabes tú por qué al alba el gallo, con su canto
agudo se lamenta? Porque vio en el espejo
de la clara mañana, que había transcurrido
una noche en tu vida, sin que te dieras cuenta.

       Ay, ya ha pasado el tiempo de mis años más bellos
Se fue la primavera de mi vida, y el ave
de juventud ha alzado su vuelo rapidísimo.
No sé cuándo ha venido ni cuándo se ha marchado.

       Entre impiedad y fe tan solo un soplo existe,
así como también separa un simple soplo
dudas y convicciones. Goza el soplo presente,
que está la vida entera en el soplo que pasa.

Natura crea la rosa y la destruye luego,
tornándola a la tierra. Si polvo en vez de agua
aspirasen las nubes, hasta el último día
del mundo, llovería sangre de enamorados.


       Donde nace una rosa roja, vertióse antaño
de un príncipe la sangre. Del lunar de un efebo
procede la violeta. Las flores del Jacinto
nacieron de una frente que fue tersa y brillante.

       En el prado que llega a la orilla del río
que sabe nuestros sueños, túmbate dulcemente.
Tal vez su césped haya surgido de algún cuerpo
que en otro tiempo fue perfectamente hermoso.

¿Quién sabe si esa flor que nace en la ribera
del arroyoprocede de unos corruptos labios?
Cruza pronto ese césped. Surgió tal vez del polvo
de un rostro juvenilque fue como la rosa.

Después de tantos siglos hay albas y crepúsculos
y siguen las estrellas su curso prefijado.
Pisa suave en el barro; los terrones que aplastes
fueron tal vezlos ojos de un bellísimo efebo.

Recuerdo que una tarde observé a un alfarero
en un bazar.Le vi cómo amasaba el barro
con los pies, y a mi lado llegó una voz doliente
que decía: Cuidado. Lo mismo que tú he sido.

       Los alfareros que hunden sus manos en el barro,
bien pudieran tratarlo con más comedimento.
¿Por qué han de maltratarlo con los pies y las manos?
Cuerpo humano fue el barro. ¿En qué piensas entonces?

Igual que yo, este jarro fue un día un triste amante
prendido en el cabello de una mujer. Contempla
su asa. Ha sido el brazo que rodeó mil veces
el blanquísimo cuello de una mujer hermosa.

Bebamos nuevamente. No olvidemos que el tiempo
huye y cede a medida que se avanza en la vida.
Murió el ayer; incierto es el mañana. Solo
ha de importar el hoy, si se muestra agradable.

       Como el agua en el río y la brisa en el yermo,
ha pasado otro día de mi vida y de la tuya.
No quiero mientras dure esta existencia mía,
saber una palabra del ayer ni del mañana.

Una gotas de vino del color del rubí,
un pedazo de pan, un buen libro de versos
y tú, en un solitario lugar, son más valiosos
para mí que los reinos de todos los sultanes.

Como saber no puedes del mañana, la angustia
que te causas es solo una ficción. Si es sabio
tu corazón, no dejes pasar este momento,
pues la vida que tienes es tu bien más valioso.
Nadie pudo abrazar a su amada sin antes
clavarse mil espinas en la carne. Repara
en el peine: tallado hubo de ser cien veces
antes de que acariciara de una mujer el pelo.

       Reprendía un ulema a una joven hetaira:
Estás loca. ¿Por qué tienes tantos amantes?
Y ella respondió: Sin duda será tal como afirmas;
mas dime, ¿acaso eres lo mismo que aparentas?

       Cuando nos trae el año nuevo las antiguas
ansias, el corazón busca las soledades,
donde el rosal silvestre se ha vestido de flores,
donde exhala la tierra reconfortante aroma.

Cuando el dolor te doble, cuando agotes tu llanto,
recuerda aquellas gotas que tras la lluvia brillan
en las hojas. Y cuando te irrite el día y quieras
noche eterna, no olvides el despertar de un niño.

También igual que los sabios, yo sembré la semilla
de la sabiduría, y me he sacrificado
para que germinase. Coseché estas verdades:
que vine como el viento, que me iré como el agua.

       Cierra tu libro y piensa. Mira impasible al Cielo
y a la Tierra. Da al pobre la mitad de tus bienes,
perdona las ofensas, no le hagas daño a nadie
y apártate a un rincón, si quieres ser dichoso.

Esfuérzate en ganar cuanto sea preciso
y necesites para comer y beber. Pero
no quieras agotar tu vida preciosísima
por todas esas cosas que sabemos superfluas.

Llegó la primavera, la estación en que nuestros
impacientes deseos buscan la perfumada
soledad. Cada flor, ¿será la blanca mano
de Moisés; y la brisa, grato aliento de Cristo?

El barro con que fue plasmado el primer hombre,
para moldear al último ha de servir un día.
Y cuanto en la primera madrugada fue dicho,
repetido será en el postrer crepúsculo.

       Cada rubái, estrofa de cuatro versos en la forma de Omar Kheyyam, ofrece una visión cristalina del mundo físico y una idea-imagen en letras y en pinturas de belleza corporal, y sobre todo para la belleza espiritual; en cada mensaje de cuatriversos encontramos estampas muy crudas acerca de la vida cotidiana, para que nos veamos retratados en defectos y virtudes, y para que cada uno de nosotros elija uno de los dos caminos, el de la muerte sembrado de mentiras, o el de la vida abonado de sufrimientos y gozos, que siempre alumbra de amor.
El mundo de huríes, de hetairas y de efebos hermosos es permanente día y noche de halagos en los afectos gratos de belleza, y el mundo de belleza espiritual florece en poesía y filosofía; Kheyyam,poieteés, en significaciones de lengua griega, es hacedor, creador de disímiles augurios, los que presentan tentaciones y asechanzas, y los que anuncian triunfos en la belleza de amor espiritual.
       Amables lectores, cada uno de ustedes anda en el camino que ha elegido, mas nunca es tarde para cambiar, si sabes cuál es en verdad el camino que has de seguir.

 Adelfo Morillo