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lunes, 22 de junio de 2015

Realidad… Literatura

Realidad… Literatura



      En el libro Clases de literatura, Julio Cortázar expresa que para el que quiere escribir literatura le basta combinar las veintiséis letras del alfabeto castellano…
      El músico y compositor venezolano Ítalo Pizzolante nos regala las imágenes Una rosa pintada de azul es un motivo… Una simple estrellita de mar es un motivo… El cuento, la novela, la dramaturgia, tragedia o comedia, el ensayo, la crónica, o la poesía están en la naturaleza, en la vida real, concreta… Las letras, la palabra es posterior al hecho literario… El lenguaje hablado o escrito es el reflejo, la huella de la literatura que nos circunda en su ambiente natural y que forma parte de nuestra cotidianidad… Borges habló y expresó tantas veces que no aspiraba la inmortalidad, que escribía para el olvido, y que cuando escribía, lo hacía con la posibilidad de conseguir crear unas dos líneas de belleza que gustaran y crearan en los lectores asombro y alegría… La ternura, el amor, el desamor, la maldad existen en el mundo real, y las palabras de literatura con agrado o desagrado serán sus justos, transparentes, cristalinos reflejos…
      Las palabras son la forma literaria en música, sustantivos, epítetos, imágenes, verbos... Cuando escribas o publiques, tus escritos sean tuyos, propios, originales, que no sigan a un ya consumado escritor; por tanto escribe con sensibilidad, con pasión y emoción, construye a partir de algo que casi te mata de alegría o de tristeza…  No confundas la forma con lo formal, la forma está en la naturaleza, la miras o no la miras, las palabras son el disfraz de esa forma… Forma es belleza pura; y lo formal es la crítica literaria, de acomodos, de rebuscadas maniobras en las escuelas, en las academias; y aparece también como disfraz en literatura vacía de hombres y mujeres que todavía no han llegado a alegrarse o a sufrir con el esplendor de la alegría o del sufrimiento…
      Las palabras son sustantivas, por tanto no se debe jugar con las repeticiones, porque pierden su esencia, se vuelven vacías, huecas; las imágenes tienen su justo lugar, y para ello es el espíritu de escritor el que le encuentra color, forma y sentido; no es exceso de aliteraciones, símiles, metáforas lo que hace el hecho literario, sino el auténtico vuelo del creador de literatura… El creador de literatura encuentra en la sencillez, sin orgullo ni engreimiento; pierde sentido del tiempo, respira, mira, escucha, huele, sueña espacio y tiempo como en una burbuja, no siente apetito de comida, y sonríe, descubre, crea, y conversa consigo mismo y con el acto creador…
      Cada obra de literatura que leemos, nos habla de hombres y mujeres en sus alegrías y sufrimientos, del mundo como es, y del mundo como debiera ser con sentido humano en amor; si elegimos La piedra que era Cristo, de nuestro insigne literato Miguel Otero Silva, vamos a sumergirnos en la secuencia temporal de sucesos eminentemente de vida en cada uno de los personajes, que discurren por la obra de intenso estro poético; y así podemos tomar cualquiera obra de literatura, cuento, novela, dramaturgia, tragedia o comedia,  ensayo, crónica, o poesía, y en cualquiera de ellas vamos a conseguirnos con el hecho literario hablado o escrito llevado de la realidad con sus alegrías y tristezas…

                                                                Adelfo Morillo