Mi largo viaje de
aprendizaje
Cuando tenía veinte años viajé a estudiar
a la Universidad
de Los Andes de Mérida, paisaje, clima y costumbres tan diferentes al llano;
dieciséis años estuve allá, me gradué de Licenciado en Letras, y once años de
trabajé de docente, no sé cuánto aprendí en teoría y práctica de vida, pero sí
sé que unas cuantas ideas equivocadas y confusas logré desecharlas, así como
unas nuevas y mejores visiones había abrigado y puedo decir que el viaje dentro
de mí aún no ha sido completado, porque ese viaje es continuo, con pausas sí,
pero nunca terminaré mi viaje de aprendizaje…
Cada día despertamos, no olvidemos que ese
es nuestro primer milagro del día, y del rato que permanecemos acostados antes
de levantarnos, cuántas cosas pasan por nuestros sentidos, donde vivo, escucho
los distintos cantos de pájaros, miro desde la cama las plantas, la luz matinal
y siento frescura de amanecer, y así voy transcurriendo con los seguidos
momentos del día, hasta cuando me quedo dormido en la noche, porque confío que
voy a despertar en la mañana siguiente; y así cada día voy cumpliendo etapas de
mi viaje de aprendizaje permanente…
Miro películas, sigo algunos deportes,
escucho conciertos y canciones, leo, escribo, converso, pregunto, respondo, me
siento a comer, me visto, me peino, hago mis necesidades corporales, paseo,
hago mis rutinas de caminata de setenta minutos en las tardes, me divierto
jugando cartas, dominó o bolas criollas, voy al mercado a comprar alimentos
cotidianos, voy a la universidad, cumplo mi labor docente, y realizo algunas
otras cosas más, y cada una de ellas es una forma de mi continuo viaje de buen
y agradable aprendizaje, porque aun cuando duermo y sueño, no dejo escapar el
significado de cada uno de esos sueños, porque mi subconsciente también es
aliado en mi largo viaje de aprendizaje, en que busco cada momento ser mejor en
palabras y en actos de vida…