María Carmen
No te permites lamentarte,
te he visto verter lágrimas de alegría,
majestuosa te diste a mis días y noches,
tantas veces guardabas silencio,
con mirada sibilina,
que me llevaba a hacerme tantas preguntas.
Ese día casi no podíamos separarnos,
y también aquella noche casi detuvimos el tiempo.
Convives con niños,
floreces con ellos,
ese es tu universo infinito.
Eres pequeña de firme carácter,
y sin dudas toda tú, mujer.
Venga el alba
y luego la luna,
vertamos lágrimas de alegría,
bailemos la ronda de las flores,
en tu Jardín de Francisco de Asís,
donde Dios nos guiña complicidades de amor.
Adelfo Morillo