Los antiguos
mexicanos en flor y canto
Tlahcuilo, el pintor
El buen pintor, entendido,
Dios en su corazón,
diviniza con su corazón a
las cosas,
dialoga con su propio
corazón.
Como si fuera un tolteca
pinta los colores de todas
las flores…
Amantécatl, el artista de las
plumas
Amantécatl,
íntegro, dueño de su corazón.
El buen artista de las
plumas,
hábil, dueño de sí,
de él es el humanizar el
querer de la gente.
Solo
por breve tiempo,
solo como la flor,
así hemos venido
a abrirnos,
así hemos venido
a conocernos
sobre la tierra.
Solo nos venimos a marchitar,
¡oh amigos!
Que ahora
desaparezca el desamparo,
que salga la
amargura,
que haya alegría…
En paz y placer
pasemos la vida,
vengan y alegrémonos…
Para que no
andemos siempre gimiendo,
para que no estemos saturados de tristeza,
el Señor, Dador de la vida, nos dio
a los hombres
la risa, el sueño, los alimentos…
Hasta ahora lo comprende mi corazón.
Escucho un canto,
contemplo una
flor…
No
acabarán mis flores,
no
acabarán mis cantos.
Yo los elevo,
soy tan solo ,un cantor…
Flores con ansia mi corazón desea,
solo ensayo
cantos en la tierra.
Yo,
Cuacuahuahtzin.
¡Quiero flores
que duren en mis manos!
¿Dónde tomaré hermosas flores,
hermosos cantos?
Del
libro Los antiguos mexicanos de
Miguel León Portilla, que me fue regalado en Mérida, Venezuela, por Fredy Sosa…