La seria tarea de
orientar aprendizajes
No podría enumerar las orientaciones que
nos da la vida para que cada quien encuentre su misión, propósito o camino… Cuando
yo tenía veinticuatro años, una mañana en un pasillo de la Escuela de Letras en Mérida, encontré a mi
amiga Maora llorando con lágrimas en la cara, me dijo que dejó las horas de
Francés, que estaba dictando en el Colegio Arzobispo
Silva, porque el marido no quiso, que ella trabajara, y me dijo que si yo
quería trabajar, me presentara allá en dicho Colegio y hablara con el
Subdirector, así lo hice, conversamos el Subdirector, el Administrador y yo,
les dejé constancia de mis notas, y esa misma semana comencé a dictar clases de
Francés y Latín, ya para ese tiempo yo había cursado cuatro semestres de
Francés y cinco semestres de Latín en la Escuela de Letras…
Esa tarde apenas terminé de dictar la primera clase, sentí que orientar
aprendizajes me llena de inmensa alegría, y así lo siento después de unos
cuantos años en mi labor docente…
Recuerdo momentos muy difíciles, cuando el
sueldo no me alcanzaba para dejar los tan usados zapatos, y la suela se desgastaba
de tal manera, que le salía agujeros, y en tiempos de sequía en Calabozo, me
quemaba la planta de los pies el calor del piso de las calles, y en tiempos de
lluvia se me mojaban las medias y los pies, y yo remendaba los agujeros de mis
únicos zapatos colocándole pedazos de cartón como plantillas, pero me prevenía
en todo momento de no cruzar la pierna, cuando me sentaba…
Ahora cuando han pasado años, me han
otorgado diversos reconocimientos, y me digo y les digo a los que me dan
reconocimientos que el valor para mí
está en no olvidar mi firme propósito en saber orientar aprendizajes con agrado
y responsabilidad, y también les digo a los que me dan reconocimientos y a mis
ahijados de promociones, que asuman con alegría sus compromisos en la seria tarea
de orientar aprendizajes…