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martes, 19 de abril de 2016

La conquista por la espada y por la prédica misionera dizque civilizadora


La conquista por la espada
y por la prédica misionera dizque civilizadora

       Comienzo con líneas entresacadas del libro Los conquistadores y su lengua, del filólogo Ángel Rosenblat, y a partir de la página 91 y siguientes, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, 1977, vamos a ir leyendo con interpolaciones, aclaratorias y cambio de la palabra español por castellano que son de mi responsabilidad, de cómo este autor nos señala la manera cómo el castellano nos fue impuesto por la Iglesia y por los conquistadores armados desde los primeros días de Cristóbal Colón y de los que con él vinieron y siguieron viniendo en años y siglos sucesivos, y así empezamos a ojear a Rosenblat

       Ya en la isla de Guanahaní, el 14 de octubre, tomó Cistóbal Colón por fuerza, siete indios, con el propósito de llevarlos a Castilla y hacerles –dice- deprender nuestra fabla, de aprender nuestra habla. También en Cuba cogió prisioneros –cinco indios- porque aprendieran nuestra lengua –dice el 12 de noviembre-
       El castellano era el instrumento general de la catequización. Y la hispanización significó la desaparición del indio antillano. La diversidad de lenguas indígenas favoreció la imposición del castellano, como única lengua general.
        La conquista implicó la hispanización. La lengua es compañera del Imperio. La conquista tenía en última instancia solo una justificación religiosa, cuyo fin supremo: extirpar la idolatría, convertir a los indios al cristianismo.
       La lengua castellana está impuesta en toda Hispanoamérica, aunque quedan pueblos, algunos muy grandes que conservan las viejas lenguas indígenas…
       Así, desde 1492 hasta hoy asistimos, por todas las vías, a una progresiva hispanización

       Y el trasnochado Colón comenzó por llamar indios a estos pobladores de estas tierras tan distantes de la India, y su confusión la mantuvo hasta el último día de su existencia, en el año 1506 en Valladolid, porque nunca se dio cuenta de que había llegado a unas tierras amplísimas, que quizás en lengua quechua pachamama, madre tierra, podía ser el nombre que le daban sus naturales pobladores aborígenes, ya que la idea de Colón era demostrar que la tierra era redonda y que por esa vía marítima se podía llegar a las Indias occidentales.
       Podemos afirmar que de las lenguas originarias de esta pachamama, madre tierra, que en la mitología quechua todavía hoy día pervive como deidad de pueblos aborígenes del noroeste argentino y del altiplano peruano-boliviano, solo encontramos muestras de tales lenguas en el vocabulario que usamos, y en la mayoría de los casos ignoramos su natural procedencia aborigen; y así pues en este continente que en fecha posterior a 1492, exactamente el 25 de abril de 1507, se le va a empezar a llamar América, nos vamos a encontrar con palabras de auténtica raíz de preconquista, entonces enterémonos que son de la lengua taína, Santo Domingo y Puerto Rico, canoa, cacique, bohío, maíz, batata, carey, naguas o enaguas, sabana, nigua, guacamayo, tabaco, tiburón, yuca, hamaca; del caribe usamos, caimán, caníbal, loro, piragua, butaca; del nahua tenemos, aguacate, cacahuete, cacao, chocolate, hule, petate, nopal, petaca, jícara, tiza, tomate, del quechua, alpaca, vicuña, guano, cóndor, mate, papa, pampa, carpa; del guaraní, mandioca, ombú; del arahuaco, ají, iguana; del nahua, guajolote, sinsonte, del quechua, china, chacra, choclo; del guaraní, tucán, ñandú, yaguaré, tapera; del araucano, malón
       Concluyo diciendo que los pueblos aborígenes de esta pachamama, ahora América, fueron aniquilados en su gran mayoría por el imperio de la conquista armada de España, y que sus lenguas y creencias originarias igualmente fueron desplazadas y sustituidas por la lengua castellana y por la religión católica, que va en clara oposición a los dictados de Jesucristo que se basa en el amor a cada uno de los seres humanos de este mundo; fue en resumen la imposición de la espada y de la prédica misionera dizque civilizadora

Adelfo Morillo