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lunes, 23 de enero de 2017

La canción misionera y villatodosantina


   La canción misionera y villatodosantina

Pienso aquellos primeros días
de mil setecientos veintitrés;
pensemos,
fueron Salvador de Cádiz
y Bartolomé de San Miguel,
dos misioneros empecinados en fundar pueblos
en compañía de aborígenes
guaquires, mapoyes, tamanacos,
aberecotos, otomacos y güires,
y más empecinados estos aborígenes en poblar
en el sitio de Calabozo,
solo aquí, a orillas del Guárico,
y fue así como en abril
de mil setecientos ventitrés
asentaron estos aborígenes
el pueblo Misión de Nuestra Señora de los Ángeles,
Misión de Arriba,
junto a Bartolomé de San Miguel,
y el pueblo Misión de la Santísima Trinidad,
Misión de Abajo,
junto a Salvador de Cádiz;
pienso aquellos días de abril,
frescos de brisas, recios de sol;
pienso esa travesía a pie, difícil, tortuosa, enmarañada,
por entre picas, trochas y caminos aguanosos,
por donde campean salvajes fieras carnívoras y reptiles ponzoñosos,
desde Cabruta, a orillas del Orinoco,
hasta la mesa de Calabozo, a orillas del Guárico.
Luego,
pienso aquella mañana,
primero de febrero de mil setecientos venticuatro,
pienso esa mañana, fresca de brisas, recia de sol;
pienso aquellos aborígenes, hombres y mujeres,
en mil setecientos veintitrés,
solo quisieron fundar sus sueños
en la mesa de Calabozo;
los frailes misioneros
Salvador de Cádiz y Bartolomé San Miguel
siguieron en mil setecientos veinticuatro,
y se asentaron en esta sabana abierta,
porque supieron escuchar,
y con estos dos misioneros vinieron doce vecinos audaces,
forjadores de sueños,
y en este sitio,
esa mañana, fresca de brisas, recia de sol,
en nombre de Dios
dieron inicios de fundación
al pueblo de españoles, Calabozo;
mas recordemos, previo a esa mañana
fresca de brisas, recia de sol,
existía meses antes dos pueblos de aborígenes,
Misión de Arriba
o Misión de Nuestra Señora de los Ángeles,
y Misión de Abajo
o Misión de la Santísima Trinidad;
pienso que ambas Misiones
fueron fundadas en una mañana
fresca de brisas, recia de sol;
y hoy primero de febrero de dos mil diecisiete
pienso cuántas cosas han pasado,
casi trescientos años en el acontecer
de estas dos Misiones
y de esta Villa de Todos los Santos;
miles de hombres y mujeres,
de su mayor parte no queda ni los nombres,
de poca parte nos enteramos por memorias vivas
o por memorias escritas;
ya es hora, villatodosantinos,
para que nos demos cuenta,
cada uno de nosotros hace historia,
unos hacen la grande historia,
la mayor parte hacemos historia menuda,
los artistas del pan de horno,
de los chinchorros y de  las alpargatas,
de las losas y de las arpas,
de los murales y de las maracas,
de las canciones y de los cuatros,
del dulce de leche y de las bandolas,
de los trompos y de las zarandas,
de los sembradores y de los criadores,
de los bailadores de joropos y de los contrapunteadores;
cada uno de nosotros hace historia grande o menuda,
nadie se sienta excluido,
nadie se sienta relegado;
vayamos al encuentro de cada mañana
fresca de brisas, recia de sol
a forjar en yunques de alegría
la canción misionera villatodosantina
que nos incluya a todos,
amarillos, cobrizos, blancos, negros y mestizos,
en araguaneyes,
en sorbos de cacao,
en azahares de limoneros,
en torditos relucientes de sol
y en mestizos de variopintos matices.

                                                             Adelfo Morillo