La única vez que miré
a mi papá cocinando
Esa mañana mi mamá no se levantó, se quedó
acostada, porque se sentía muy mal, fue uno de esos días, cuando yo no tuve
clases, y mi papá, a quien yo nunca había visto cocinando, se fue hasta el
fogón, montó un caldero sobre las topías, le echó agua, sal, ajo, agregó
frijoles colorados y unos pedazos de topocho verde, yo miraba con dudas, y al
mediodía cuando regresó Pina del trabajo, nos sentamos a comer, tomé la primera
cucharada con cautela, y me llevé grata sorpresa, porque tenía buen sabor, y
Pina comentó Papá Tomás, quedaron buenos
los frijoles…
Esa fue la única vez que miré a mi papá
cocinando, siempre era mi mamá la que hacía las comidas, dulces y tantos otros
potajes…
Otra mañana muy tempranito mi papá me dijo
que lo acompañara, porque el día anterior cuando regresaba del trabajo, miró un
matajey, y que íbamos a ir a castrarlo, él llevaba un saco, fósforos, un rollito
de alambre liso, unos pedazos de trapo, y el machete amoladito, nos fuimos
caminando y cuando llegamos al camino que conducía al Centro Administrativo,
por ahí nos adentramos y al poco rato, nos detuvimos, agarró el machete y cortó
una vara larga, le enrolló los pedazos de trapo, que amarró con alambre, los
prendió con la llama del fósforo, y se lo acercó al matajey, las avispas
empezaron a salir y a irse, cuando todas se fueron, cortó la rama del manirito
de donde colgaba el matajey, lo agarró completito y lo metió en el saco, tomó
dos pedazos de tejo y me dio para que comiera, él se relamía de gusto y yo
probaba por primera vez miel de matajey…
Otras tantas veces fuimos mi papá y yo
hasta la orilla del Guárico, hasta un sitio donde crecía silvestre el
changuango, cuando yo miraba las matas de changuango, me daba miedo, porque el
tallo verde con rayas blanquigrisáceas me parecían culebras, mi papá escarbaba
con el machete en la tierra blandita y húmeda, y sacaba changuangos hasta casi
llenar el saco, y cuando llegábamos a casa, los cortaba en pedazos y los
rallaba, después los colaba para sacarles el yare, y al final quedaba una
especie de masa, que mi mamá amasaba en forma de arepas, las asaba en el budare
y qué sabrosas arepas de changuango, cuando nos las comíamos…