Jesús 5
Al entrar Jesús en Capernaum, vino un
centurión y le rogó Señor, mi asistente
yace en casa paralítico, gravemente atormentado.
Jesús respondió Bien, iré y lo sanaré.
El centurión respondió Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo. Solo di la palabra, y mi asistente sanará.
Cuando Jesús lo oyó, quedó admirado, y
dijo a los que lo seguían Les aseguro que
ni en Israel he hallado tanta fe. Entonces Jesús dijo al centurión Ve, y como creíste, así será hecho. Y su
asistente quedó sanado en esa misma hora.
Jesús fue a casa de Pedro, se vio rodeado
de tanta gente, y mandó a pasar a la otra orilla, pero antes uno de la multitud
le dijo Señor, permíteme ir primero a
enterrar a mi padre.
Jesús
le responde ¡Sígueme! Y deja que los
muertos entierren a sus muertos.
Después Jesús subió a la barca, y sus
discípulos lo siguieron. Y de repente se levantó una tempestad tan grande en el
mar, las olas cubrían la barca; pero él dormía Entonces se le acercaron sus
discípulos, lo despertaron, y le dijeron ¡Señor,
sálvanos, que perecemos!
Él replicó ¿Por qué temen, hombres de poca fe? Entonces, se levantó, reprendió
al viento y al mar, y vino una completa calma. Y los discípulos se maravillan,
y se preguntan ¿Quién es este, que hasta
el viento y el mar le obedecen?