Jesús 15
Entonces los soldados de Pilato llevaron
a Jesús al pretorio, le quitaron la ropa, le colocaron un manto escarlata, trenzaron
una corona de espinas, la colocaron sobre su cabeza, hincaban la rodilla en
tierra, y se burlaban de él; y así le decían ¡Salve, Rey de los judíos! Le quitaron el manto, le volvieron a
colocar su ropa, y lo llevaron a crucificar. En la salida, hallaron a un
cirineo llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Cuando llegaron al
Gólgota, que significa calavera, le dieron a beber vinagre mezclado con hiel,
que no quiso beber. Después de crucificarlo, los soldados se repartieron sus
ropas, echando suertes, para cumplir lo que dijo el profeta Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa
echaron suertes. En la cruz, sobre su cabeza, escribieron su causa Este es Jesús, rey de los judíos. Desde
la hora sexta (mediodía) hubo tinieblas sobre la tierra hasta la hora novena
(tres de la tarde). Cerca de esta hora novena, Jesús exclamó a gran voz en
arameo Elí, Elí, ¿lama sabactani? Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? Entonces Jesús, exhaló el espíritu. En eso el velo del templo
se rasgó en dos, desde arriba hacia abajo. La tierra tembló, y las rocas se
partieron… Pasado el sábado, cuando amanecía el domingo, María Magdalena y
María madre de Santiago y de José fueron a ver el sepulcro. De pronto hubo un
gran terremoto, porque un ángel del Señor bajó del cielo, quitó la piedra del
sepulcro, y se sentó sobre ella, era como un relámpago, y su vestido blanco
como la nieve. El ángel dijo a las
mujeres No teman. Jesús no está aquí. Ha
resucitado. Vayan de prisa a decir a
sus discípulos que ha resucitado de entre
los muertos, y que va delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán. De
pronto, Jesús salió a su encuentro, las saludó ¡Salve! Y les dijo No teman.
Vayan y den la gran noticia a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allá me
verán… Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les
había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron. Entonces Jesús les dijo Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y
en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo, enséñenles
que hagan todo lo que he predicado; y yo estoy con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo…