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lunes, 10 de diciembre de 2012


Entre madrugada y amanecer

     En la madrugada de un domingo me vi obligado a salir de casa, en el carro me dirigí en busca de una farmacia, porque tenía fiebre y malestar corporal, llegué hasta cerca del hospital, ahí casi al lado está una farmacia, donde compré el medicamento, y cuando regresaba por la vía de Vicario, tuve que disminuir la marcha del vehículo, porque sobre el obelisco del ánima de la sabana se proyectaba un destello de luz, entonces me detuve, me bajé del carro y cuando me acerqué desapareció la lucecita, me retiré y volvió a alumbrar, durante tres veces volví a hacer esto y por tres veces volvió a suceder dicho fenómeno… Opté por seguir mi marcha, y mientras manejaba, pensaba tantas cosas, todas positivas…Sí, en verdad me impresionó tal suceso que había contemplado, y cuando llegué a casa me tomé una cucharada del fármaco, mas seguí pesando en el asunto de la luz, y después de un largo rato sudé la fiebre y me cedió bastante el malestar…
     Cuando amaneció, después de despertarme me levanté y me dirigí a mirar las plantas del solar, y me llamó la atención que una flor de cayena roja se iluminaba  con un  rayito de luz, no era una gotita de rocío o de lluvia que proyectaba la luz del sol, no, insólito, era una lucecita suspendida sobre uno de los pétalos de la flor, lo que no me pude explicar fue de dónde surgía dicha luz, ante mi asombro llamé a mi pequeño hijo, no le dije nada, solo lo llevé hasta donde estaba la flor y me dijo:
     -Papá, ¡qué linda flor!
     Ante su expresión le dije sí, no dije más, porque me di cuenta de que la lucecita ahora no se veía, y cuando volví a quedar solo, sonreí, porque me volvían a surgir preguntas, mas al fin me tranquilicé, y me respondí que la vida nos depara tantas cosas, y nos hace partícipes de tantos fenómenos, algunos tienen explicación lógica o científica, y otros pequeños o grandes acontecimientos se quedan en los claroscuros del misterio…Estos dos fenómenos lo dejamos en el misterio de esa madrugada y de ese amanecer, son dos detalles casi fantásticos, que para mí tienen un signo de inmanencia sutil, y cuando esto escribo, se me han ido la fiebre y el malestar corporal, mas estos dos momentos de madrugada y amanecer me han despertado aún más el sentido de la curiosidad, del encanto y del asombro, y concluyo tranquilo, porqué sé que Dios está en nosotros…