Mostrando entradas con la etiqueta En El Picacho 7. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta En El Picacho 7. Mostrar todas las entradas

lunes, 10 de marzo de 2014

En El Picacho 7



En El Picacho                    7

     En época de lluvias el Apure crecía hasta su máximo caudal y sus aguas se colaban entre los huecos de la cerca de alambre gallinero de la parte delantera del solar, y si estaba lloviendo, yo aprovechaba el momento y me bañaba, corría, chapoteaba y me deslizaba como si estuviera nadando, y me levantaba y cuando me paraba por un momento miraba y sentía en las piernas el agua terrosa del río y abría la boca para beber el agua de lluvia que me bajaba por la cara, y mi papá y mi mamá estaban pendientes de mí y algo me decían y sonreían…
     En esta misma época los familiares, amigos y conocidos de la casa llegaban en canoas, bongos o voladoras, amarraban la embarcación de la cerca de la casa y se les abría la reja del solar, se les saludaba y se les mandaba a pasar adelante, y fue en una de esas ocasiones, cuando llegó Dionisio Morillo, un sobrino de mi papá, andaba con alguien en una voladora, se bajaron, la amarraron de la cerca frente a la casa, y entraron hasta el corredor, y ahí Dionisio le presentó a la persona con quien andaba, que era el conductor de la voladora, y empezó a ponderarle las ventajas para ganar tiempo andando en voladora, y le insistió a mi papá para que fuera con ellos a dar una vuelta de paseo, mi papá consintió y también me llevó con ellos, nos subimos a ese bote rápido, se deslizaba raudo y liviano sobre las aguas, se escuchaba el entrechocar con el oleaje, porque era una tarde de un fuerte brisote, y el agua saltaba y nos llegaba a distintas partes del cuerpo, yo andaba ufano de alegría y el agua que me llegaba, la sentía en toda su frescura, y también metía las manos en el agua del río y la sentía fría y cómo pasaba tan rápido entre mis dedos…
     En estos tiempos de garúas, lloviznas, lluviecitas, aguaceros y de chubascos mi papá compraba maíz jojoto a los bongueros que llegaban de las vegas, y mi mamá apartaba los más duros para hacer masamorra y otros para asarlos, y mientras tendía las cachapas en el budare de arcilla, recostaba los jojotos de las topias del fogón y así poquito a poco los iba asando, ella les iba dando vuelta para que se asaran parejitos y cuidando también de que no se quemaran…