Elegía de la flor
amarilla
Breve
flor amarilla
con
que
ejemplo
de
amor
vives
tu
vida breve.
Al
borde
de la pared,
un
suspiro
de
agua
inflama
tus
diminutos
pómulos.
Aleteas.
Te
sacudes,
pequeño pájaro
que
estrena
nuevas
alas.
Pero
también
la noche
te
intimida.
Entonces
tiendes
tu
mirada
leve
y
tocas
suavemente.
No
gritas.
No
protestas.
No
sollozas.
Uno a
uno,
torpemente torcidos
por el
tiempo,
van
cayendo
tus
pétalos.
Tu débil
cuerpecillo
de
princesa
de
mimbre
será
después
una espiral
de
cobre.
Pero
nadie
te oyó
decir
que el
mundo
ya no tiene
pupilas.
Que el
colibrí
se te
murió
soñando
con palacios
de
azúcar.
Jamás
dijiste
una
palabra
amarga
que
pudiera
turbar
la paz
del
aire.
Breve flor
amarilla
no
eres
fruto
ni
flor,
semilla
eres.
Y
mucho más
también.
Eres
lo que
perdura:
agua
del
agua,
luz
en la
luz,
badajo
de la voz.
Mejor
dicho,
tú
eres
como
el verbo
de
Dios.
Efraín
Subero