El tiempo donde viajan la historia y la poesía
Refiere Herodoto de
Halicarnaso,
en varias líneas de Clío,
uno de sus Nueve libros de Historia,
que en Sardes reinaron los Heráclidas
durante quinientos cinco
años,
con sucesión de veintidós
generaciones,
hasta cuando se ciñó la
corona Candaules,
que perdió la corona y la
vida por singular capricho…
Encantado por demás de su
esposa,
y convencido de poseer a la
mujer más hermosa del mundo,
tenía entre sus guardias de
confianza a Gyges,
y un día se le ocurrió
ponderarle hasta las estrellas
la incomparable belleza de la Reina, su mujer;
pasó el tiempo y de nuevo
Candaules
vuelve a hablarle a Gyges…
Veo, Gyges, que por más que
pondero a la Reina ante ti,
me parece que no te persuades
de cuán hermosa es mi mujer;
y como sé que nosotros los
hombres
damos menos crédito a los
oídos que a los ojos,
yo haré que ella se presente
desnuda a tu vista
con todas sus gracias…
Y Gyges responde lleno de
sorpresa…
¡Qué discurso, Señor, sin
cordura y desacertado..!
¿Harás que ponga mis ojos en
mi Soberana?
No, Señor, porque la mujer
que se despoja de su
vestido,
se despoja con él de su
recato y de su honor…
Pero el insensato Candaules
le insiste a Gyges…
Anímate, y de nadie tengas
recelo,
te llevaré al tálamo donde
yazgo con mi esposa,
te ocultaré detrás de la
puerta,
mi mujer llegará a
desnudarse,
en una silla irá colocando
uno a uno sus vestidos,
tiempo que tendrás para
mirarla a tu total satisfacción…
Cuando ella se venga hacia
mí,
volviéndote la espalda,
podrás salir en silencio sin
que te vea salir…
Sin más a Gyges solo le
quedó obedecer,
y cuando Candaules se retira
al tálamo,
lleva consigo a Gyges,
la Reina cumple la rutina de desnudarse,
mientras no sabe que Gyges
la contempla y la admira…
Entonces sale Gyges y se
retira, pero no tan a escondidas
como para que ella no lo
pueda ver…
Y la Soberana asume que tal cosa fue capricho
del Rey
y actúa como si ella no se
hubiera dado cuenta,
piensa y decide vengarse de
Candaules…
Al amanecer del otro día
previno a los criados más leales a ella,
hizo llamar a Gyges
y le dijo
Gyges, me has de recibir
como mujer
y apoderarte del imperio de
los lidios,
y darle muerte a Candaules;
o mueres aquí mismo al
momento,
no sea que en adelante le obedezcas
sumisamente
y vuelvas a contemplar lo
que no te corresponde ver…
Dime, Señora, ya que me
obligas contra mi voluntad
a darle muerte a tu esposo,
¿dónde y cuándo puedo acometerle?
¿Dónde y cuándo?, en el
mismo sitio
donde me prostituyó desnuda a tus ojos,
allí quiero que le
sorprendas dormido…
Concertados los dos y cuando
llega la noche,
Gyges va tras de la Reina,
que le conduce hasta el
tálamo,
ella le da la daga,
y le oculta detrás de la
misma puerta,
de donde sale, acomete y
mata a Candaules dormido,
se apodera de la mujer y del
reino juntamente…
Suceso de que Arquíloco de
Paros,
poeta contemporáneo de tal acto,
hizo mención en sus Yambos trímetros…
En mil novecientos sesenta y
siete
Ramón Palomares, nacido en
Escuque,
Tierra de nubes, en lengua
timote,
escribe Santiago de León de Caracas,
poema con que gana el
concurso de poesía,
con motivo del
cuatricentenario de Caracas,
y lo dedica
A la memoria de Don Enrique
Bernardo Núñez…
Y así
comienza
Que belleza la tierra cuando esa
montaña
sube un cuerpo blanco en sus
aires
y se estima su altura.
Y el azul se ve limpio y es
un filo que
de solo lejano está bello..
El tiempo es la historia
y en la historia viaja la
poesía…
Y la poesía canta a los
griegos
y a los egipcios y a los
persas,
y a los caracas y a las
mariposas…
Flor y canto hablaron los
antiguos mexicanos,
flor por las humanidades, y por
las letras, y por las artes;
y un canto en junio y
siempre,
por los que nacen y por los
que se van,
y es el mismo canto por el
tiempo
donde viajan la historia y la poesía…
Don Guillermo Morón,
nacido en Carora y referencia de su pueblo,
escribe entre otras cosas
Primer
libro de los fragmentos,
y en
las líneas iniciales nos confiesa
Estas
son unas páginas privadas, más bien secretas.
No encontrará usted en tan magro libro
ningún escándalo sobre la democracia
corrompida,
ningún juicio a dirigente peculador,
aspavientoso, multimillonario, cínico;
ninguna
exploración sobre el consciente o el subconsciente;
ninguna
filosofía sobre el sexo;
ninguna
teoría sobre los medios de comunicación.
En
estas páginas no se menciona al Tercer Mundo.
Advierto a usted, tímidamente, acerca de esas
exclusiones.
En este
libro de los fragmentos nada es moderno.
Se
escribe de izquierda a derecha.
Se usa
las letras del alfabeto inventado,
dicen,
por los fenicios,
seguramente (digo) cuando los fenicios eran
griegos.
El alma existe, también existe el hombre, la
historia,
el
pensamiento, la pasión, la luz del entendimiento, la poesía,
Teopompo, Safo, usted y yo.
Así queda expresado, sin publicidad, sin
torneo,
en
privado, en secreto,
sin ayuda del pueblo que es mi verdadero
escondite…
En Primer libro de fragmentos encontramos
el capítulo
Cómo ha de escribirse la Historia,
y ahí Don Guillermo Morón
nos dice
Samotasa es ciudad asiática, cerca del río Éufrates,
tan cerca que allí mismo las mujeres bañan a
sus hijos…
Samotasa es de muy antigua estirpe siria.
Llegará a ser capital de un reino, el de
Comagene…
Cinco siglos antes del nacimiento del más
famoso de sus escritores…
Cuando
la cultura y la historia hayan sido sustituidas
por la tecnología y la política,
en el
siglo XX cuando la barbarie sea universal,
Samotasa estará reducida a Samsat,
un
villorrio de aquel país.
Turquía será su nombre.
Nadie
recordará a Luciano, el escritor…
Cuando Luciano de Samotasa, escritor por
vocación,
viva
sobre la tierra entre los años 125 a 180,
aunque tal vez fue más viejo, del 120 al 190,
todavía
la lengua griega se mantiene en el mundo.
Un día,
apenas niño salido de la escuela,
toma la
decisión de convertirse en escritor.
Deja
la casa paterna…
Un
escritor de aquel tiempo en proceso de transformación
debe viajar. Y viaja tanto que llega a conocer
la Galia,
presta servicios en Egipto, se pasea el
Imperio,
hasta labrar casa en Atenas.
De
ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de palabra en palabra,
aunque recuerde
a su tierra nativa y repita soy
sirio con orgullo,
escribe
en griego… Nada más dulce que la tierra
patria…
Luciano de Samotasa por el nacimiento y la
muerte
es
Luciano el ateniense por la muerte inmortal,
griego por
la letra y el alma de su escritura…
Aunque parezca extraño hubo un tiempo
en el
cual ser escritor tenía importancia.
En el
siglo II de esta era,
cuando
ya se había pensado todo por los clásicos más clásicos,
cuando
los sofistas sustituyen a los pensadores,
cuando
nace la charla para enrarecer la poesía,
cuando
el poder destruye la libertad.
Entonces el escritor, que también es actor,
se convierte en una fuerza, en un personaje.
Por eso
Luciano, asiático y griego a un tiempo,
lee sus
escritos, dicta charlas, gana dinero con el oficio,
como
un cierto sucesor suyo llamado José Ortega y Gasset,
de
abundante obra…
Ochenta y dos son los escritos de Luciano,
sofismas, apóstrofes, diálogos, recuerdos de su
infancia,
memorias de sus viajes,
durezas contra los filósofos.
Sus
escritos no tienen por objeto razonar,
porque
no es filósofo;
ni
enseñar, porque no es moralista;
ni
reformar la sociedad, porque no es maestro, ni estadista.
Es solo escritor…
Un día, después de leer a ciertos
manualistas
que se hacían pasar por historiadores entre
los ignorantes,
escribió un breve tratado para ridiculizarlos.
Y lo hizo en sesenta y tres párrafos de
Cómo ha
de escribirse la Historia.
Pero
los manualistas no quisieron aprender
porque
ya sabían
cómo vivir sin talento y sin cultura…
Adelfo Morillo