El poeta Caedmon
Jorge Luis Borges, con colaboración de Delia Ingenieros, publica el
libro Antiguas literaturas germánicas,
en el año 1951, y el 19 de junio de 1987 en Mérida, Venezuela, María Herminia
me regala el ejemplar que ella estaba leyendo, y hoy les doy unas líneas de lo
que ahí escribe Borges con título
El poeta Caedmon
…la curiosa historia de Caedmon, tal como la
refiere Beda el Venerable en el cuarto libro de su Historia Eclesiástica:
En el monasterio de la abadesa Hild de Streoneshalh
hubo un hermano distinguido y honrado por la gracia divina, porque solía hacer
canciones que inclinaban a la piedad y a la religión. Todo lo que aprendía de
hombres versados en las sagradas escrituras lo vertía en lenguaje poético con
la mayor dulzura y fervor. El ejercicio del canto no le había sido enseñado por
los hombres o por medios humanos; había recibido ayuda divina y su facultad de
cantar procedía directamente de Dios. Una vez durmió y en su sueño vio a un
hombre que le ordenó: Caedmon, cántame
alguna cosa. Caedmon contestó y dijo: No
sé cantar. El que le habló le dijo: Cantarás.
Entonces dijo Caedmon: ¿Qué cantaré?
La respuesta fue: Cántame el origen de todas las cosas. Caedmon en
seguida cantó versos y palabras que no había oído nunca: Alabemos ahora al
guardián del reino celestial, el poder del Creador y el consejo de su mente,
las obras del glorioso Padre; cómo Él, Dios eterno, originó cada maravilla.
Hizo primero el cielo como techo para los hijos de la tierra; luego hizo,
todopoderoso, la tierra para dar un suelo a los hombres. Cantó la creación del
mundo, el origen del hombre, toda la historia de Israel, el éxodo de Egipto y
la entrada en la tierra prometida, la encarnación, pasión y resurrección de
Cristo, su ascensión al cielo, la llegada del Espíritu Santo y la enseñanza de
los apóstoles. También cantó el terror del Juicio Final, los horrores del
infierno y las bienaventuranzas del cielo. El historiador Beda agrega que
Caedmon, años después, profetizó la hora en que iba a morir y la esperó
durmiendo. Dios, o un ángel de Dios, le había enseñado a cantar; nada podía
temer Caedmon…