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miércoles, 25 de septiembre de 2013

De migraña a garúa pasajera


De migraña a garúa pasajera

     Hay en la vida dolores físicos tan fuertes, lo sabemos… Cuando estudiaba cuarto grado de primaria en el Grupo Escolar Ramón F. Feo, después de almorzar en el comedor de la escuela nos fuimos a jugar fútbol, y en mitad del partido me empecé a sentir mal, se me aparecían sombras danzantes frente a mi vista, luego me comenzó un dolor en un ojo como si un clavo se me fuera encajando, y cuando llegué a casa, me fui al baño y vomité, y como cosa mágica todo el malestar se desvaneció, quedé sudoroso y frío; este padecimiento físico lo tuve una mañana en la sastrería, donde trabajaba, Piero el sastre me llamó y yo me quedé sentado frente a la máquina de coser y al rato grité no veo, no veo; Antonio también sastre y hermano de Piero, me tomó de un brazo y me preguntaban mostrando la mano, cuántos dedos son estos, y yo solo decía no veo, no veo; Antonio me llevó al carro, lo encendió, arrancó y me llevó a la Clínica Pérez Guillén, el médico dijo que era anemia y me recetó unas grageas de Dayamineral, después Antonio me llevó a la casa; esta dolencia continuó siendo recurrente, y un día cuando ya estudiaba bachillerato, estaba mirando televisión, cuando de pronto empiezan a hablar de la migraña, la médico decía que comenzaba con escotomas, sombras danzantes frente a los ojos, que a tal dolencia también se le da los nombres de cefalea, cefalalgia, jaqueca y hemicrania, y los escotomas eran seguidos de dolores punzantes en una parte de la cabeza, luego dijo que los causantes podían ser mala digestión, recibir reflejos de luz directos en los ojos, angustias, desvelos o trasnochos, vaso contracción, que consiste en arterias, venas y capilares que se contraen, y mientras dura la migraña hay fotofobia, se huye de la claridad, por tanto lo aconsejable es acostarse en un sitio oscuro o en su defecto taparse los ojos para evitar la luz; pasaron los años y siendo estudiante en la Universidad de Los Andes, en Mérida, fui remitido por una orientadora del Organismo de Bienestar Estudiantil a un médico general, este me preguntó por los síntomas de mi malestar, y le dije que miraba sombras danzando que me perturbaban la visión, dolor en un ojo como un clavo encajado y que se me pasaba todo el malestar después de que vomitaba, me dijo que era migraña, y me preguntó qué tomaba contra eso, le respondí que nada, que solo esperaba hasta cuando me pasara, y me dijo tú sí eres bravo, me recetó Parsel, para que tomara treinta gotas en medio vaso de agua,  cuando sintiera que me iba a comenzar esa dolencia… No sé cuántas veces me ha dado esta mala cosa, pero no olvido un sábado, cuando la migraña me comenzó en la mañanita y me duró todo el día, y eran como las nueve de la noche y cuando caminaba sentía como si no pisara el piso, como si levitara, me sentía como si no tuviera cuerpo, de tal manera me había molido el traumatismo, me sentía como un trapito empujado por el viento; pero ahora; gracias a Dios, casi no me da, y cuando me da, solo miro algunos pequeñas sombras danzando frente a mi visión y un ligero malestar en la cabeza, y esto comparado con lo que fue, es apenas una garúa pasajera y no el aguacero o chubasco como el de aquel sábado, cuando hasta pensé,  que ese día me iba a morir…