Con entusiasmo y
alegría
Dios trabajó seis días y le dio orden al
caos… El trabajo es una obligación para el hombre y la mujer… Conozco a Jorge y
a Laura, ambos trabajaban y disfrutaban cada momento juntos, paseaban, miraban
películas, se bañaban en piscinas, ríos y en el mar, leían y comentaban las
lecturas, y un día Jorge renunció al trabajo, para sorprender a Laura,
diciéndole que así ponía estar más tiempo junto a ella, y Laura le dijo que
hasta ahí llegaba su noviazgo, porque ella no podía estar al lado de alguien
que no trabaja; pero Laura, yo te amo,
solo quiero compartir más tiempo contigo; si no vuelves a trabajar, terminamos, le dijo Laura…
Cuando yo estudiaba primaria, comencé a
trabajar en una sastrería, limpiaba, ordenaba, hacía mandados, y poco a poco
empecé a coser ruedos, bastear, ojalar, pegar botones, planchar, me hice
diestro cosiendo a mano y a máquina, y eso me gustaba, escuchaba las
conversaciones, cuentos y chistes, me alegraba viendo a las mujeres que iban a
tomarse medidas para la ropa que mandaban a hacer, y escuchaba hablar en
italiano, y comencé a entender y a hablar en italiano, y leía la revista Domenica del corriere…
Mi papá tocaba arpa, hacía sillas, mesas,
aguamaniles, tinajeros, realizaba trabajos de ribera, calafateaba chalanas,
hacía curvas de bongos, construía canoas, me hacía los trompos y a mi mamá las zarandas,
hacía marimbas y les sacaba música, me enseñó a bailar trompo, a tomarlo
bailando en la mano, me enseñó a atrapar caballitos con granos de maíz
amarrados a una cabuya, hacía que yo palanqueara, cuando navegábamos en canoa
por el Apure; y cuando nos mudamos a Calabozo cavamos el aljibe, construimos la
casa de bloque frente a la carretera nacional, me llevó a la escuela el primer
día, y toda labor la realizaba con entusiasmo y alegría…