Arte poética
Este texto fue leído por su autora
Sophia de Mello Breyner Andresen en
Lisboa, el 11 de julio de 1964, durante un momento del almuerzo de homenaje
organizado por la Sociedad Portuguesa de Escritores, en ocasión de la entrega
del Gran Premio de Poesía atribuido a su Livro
sexto. Nació en Oporto en 1919, el
texto en portugués es traducción del poeta argentino, nacido en 1934.
La poesía no me pide exactamente una
especialización, puesto que su arte es el arte del ser… Tampoco es tiempo o
trabajo lo que la poesía me pide… Ni me pide una ciencia, ni una estética, ni una teoría… Antes me pide
la entereza de mi ser, una conciencia más honda que mi inteligencia, una
fidelidad más pura de lo que puedo controlar de la inteligencia… Me pide una
intransigencia sin fisura… Me pide que arranque de mi vida que se quiebra,
gasta, corrompe y diluye, una túnica sin costura… Me pide que viva atenta como
una antena, me pide que viva siempre, que nunca duerma, que nunca me olvide… Me
pide una obstinación sin treguas, densa y compacta…
La poesía es mi explicación con el
universo, mi convivencia con las cosas, mi participación en lo real, mi encuentro
con las voces y las imágenes… El poema no habla de una vida ideal, pero sí de
una vida concreta: ángulo de la ventana, resonancia de las calles, de las
ciudades y de los cuartos, sombra de los muros, aparición de los rostros,
silencio, distancia y brillo de las estrellas, respiración de la noche, perfume
del tilo y del orégano… Esta relación con el universo define al poema con el
poema, como obra de creación poética… Todo poeta, todo artista es artesano de
un lenguaje… La artesanía de las artes poéticas nace de la propia poesía a la
cual está consustancialmente unida… Si un poeta dice oscuro, amplio, blanco, piedra,
es porque estas palabras nombran la visión del mundo, su ligazón con las cosas…
No son palabras escogidas estéticamente por su belleza, son escogidas por su
realidad, por su necesidad, por su poder poético de establecer una alianza… Es
de la obstinación sin treguas que la poesía exige, de donde nace el obstinado
rigor del poema… El verso es denso, tenso como un arco, exactamente dicho,
porque los días fueron densos, tensos como arcos, exactamente vividos… El
equilibrio de las palabras entre sí es el equilibrio de los momentos entre sí…
Y en el cuadro sensible del poema veo hacia donde voy, reconozco mi camino, mi
reino, mi vida…
La cosa más antigua de que me acuerdo es
un cuarto frente al mar dentro del cual estaba, posada encima de una mesa, una
manzana enorme y roja… Del brillo del mar y del rojo de la manzana se erguía
una felicidad irrecusable, desnuda y entera… No era nada fantástico, no era
nada imaginario…, era la propia presencia de lo real que yo descubría… En
Homero reconocí esa felicidad desnuda y entera, ese esplendor de la presencia
de las cosas… Y también la reconocí intensa, atenta y encendida en la pintura
genial de un buen pintor… Si decimos que la obra de arte forma parte de la
cultura es una cosa un poco escolar y artificial… La obra de arte forma parte
de lo real y es destino, realización, salvación y vida…
La poesía es para mí una persecución de
lo real… Un poema es siempre un círculo trazado alrededor de una cosa, un
círculo donde el pájaro de lo real queda preso…Y si mi poesía partió del aire,
del mar y de la luz, evolucionó, evolucionó siempre dentro de una búsqueda
atenta… Quien busca una relación justa con la piedra, con el árbol, con el río,
es necesariamente llevado por el espíritu de verdad que lo anima, a buscar una
relación justa con la gente… Quien ve el espantoso esplendor del mundo es
lógicamente llevado a ver el espantoso sufrimiento del mundo… Quien ve el
fenómeno, quiere ver todo el fenómeno… Es cuestión de atención, de secuencia,
de rigor…
La poesía es una moral… El poeta es
llevado a buscar la justicia por la propia naturaleza de la poesía… En el
teatro griego el tema de la justicia está en la propia respiración de las
palabras… Dice el coro en una obra de Esquilo Ninguna muralla defenderá a aquel que, embriagado con su riqueza,
derriba el altar sagrado de la justicia… La justicia se confunde con aquel
equilibrio de las cosas, con aquel orden del mundo donde el poeta quiere
integrar su canto… Se confunde con aquel amor que, según Dante, mueve el sol y
los otros astros… Se confunde con nuestra fe en el universo… Si frente al
esplendor del mundo nos alegramos con pasión, también frente al sufrimiento del
mundo nos revelamos con pasión… El hecho de estar formados de alabanza y de
protesta testimonia la unidad de nuestra conciencia… Y el tiempo que vivimos es
el tiempo de una profunda toma de conciencia… No aceptamos la fatalidad del mal…
Como Antígona, la poesía de nuestro tiempo no aprendió a ceder a los desastres…
Hay un denso rigor y de verdad que es intrínseco a la íntima estructura del
poema, que no puede aceptar un orden falso… La obra del artista, del poeta,
aunque hable solamente de piedras o de brisas, viene siempre a decirnos Somos por derecho natural herederos de la
libertad y de la dignidad del ser…