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lunes, 16 de diciembre de 2019

Sí, aquí, allá y en todas partes



Sí, aquí, allá y en todas partes

     En el Nuevo testamento, al final del libro de los apóstoles (enviados, en lengua griega) leemos Oiremos y no escucharemos, veremos y no miraremos… Los no creyentes en Dios pasan así por la vida; los creyentes escuchamos y miramos a Dios en las innumerables formas presentes en el ilimitado universo, y de manera sustancial en este mundo terrestre en sus incontables manifestaciones de belleza y de bondad… Allá en las montañas nevadas o sin nieve, en los páramos de brisa y de lluvia menuda, pertinaz, o de brisa y lluvia recia, torrentosa, que alimenta ríos arrastradores de pedruscos o peñascos;
en las cuevas cobijadoras de artes y de misterios; en los mares de espacios conocidos o insondables; en el espacio aéreo de gravedad o de ingravidez; o en las llanuras, pampas, estepas, según el nombre que se le da en cada sitio del planeta; y recordamos el nombre de la canción  Aquí, allá y en todas partes…, está presente el amor de Dios,
que los creyentes, lo escuchamos y lo miramos en los ojos de los niños, en la mirada limpia de los enamorados, en la madre que se da a los hijos, en el padre que se da a los hijos, en el vuelo de las aves o de las mariposas, en la escarcha suspendida en las hojas o en la cabellera de los caminantes bajo ventiscas montañeras; escuchamos y miramos cada cosa bella y buena, en las manos abiertas para dar, atender o abrigar, en el perfume de las flores, en las formas de las nubes, en el amor sin medida…  
                                                                            Adelfo Morillo

domingo, 27 de noviembre de 2016

Aquí, allá y en todas partes



Aquí, allá y en todas partes

Cuando pienso una canción que me gusta,
siento el recuerdo de tus manos en mi ser;
parece que comprendo la luz de tus ojos,
creo que miro en ellos rescoldos de algunas tristezas,
o quizás reflejan caricias que quisieras dar.
Cuando pienso el río,
frente al que estuvimos y soñamos,
llego a recordar tus dulces palabras,
con ellas me hacías ídolo de tus días, de tus noches,
de tus vigilias y de tus sueños;
y yo con mis palabras te llevaba a volar,
ibas más allá de las nubes,
y en estas letras permaneces en goteritas de luz.
Cuando siento un olor que me gusta,
me tiendo otra vez a tu lado,
entre hojas y flores de frailejón,
allá en el páramo de magia y de amor;
ahora me encuentro entre perfumes de mastranto,
aquí en este llano de magia y de amor,
y pienso en ti
y escucho junto a ti las mismas canciones
Armonía, Poesía, Aquí, allá y en todas partes;
sigo leal a tantos recuerdos,
ahora los vivo y los escribo;
todo pasa, menos tales momentos de amor,
que nos vienen de Dios,
en el arroyito que va cantarino entre hierbas,
en la goterita de luz que se cuela hasta mi alma,
en tu voz que me sigue dando tanta dulzura,
en tus ojos que me llenan de paz.
Cuando pienso en griego antiguo,
vuelvo a saborear el café recién colado
que me ofreces,
y me solazo con versos de Safo,
allá sentado junto a ti,
sobre la piedra, bajo el guayabo,
tú y yo frente a la montaña;ail.com

ahora pienso en castellano,
en esta lengua converso con Dios,
disfruto el café con tibiezas de cielo,
me roza la brisa con pasturas de sabanas y esteros,
y me inundo en el perfume de malabar
que florece frente a la casa.    
                                                                  Adelfo Morillo