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lunes, 9 de junio de 2014

Andanza por nuestro idioma 102



Andanza por nuestro idioma    102

     En mis estudios de Letras cursé cinco semestres de Griego Antiguo, cinco semestres de Latín, cuatro semestres de Francés, tres semestres de Italiano, tres semestres de Inglés, dos semestres de Alemán, y hasta aprobé un curso de Esperanto, el que espera, del latín sperare, esperar; Ludwik Zamenhof, adoptó el pseudónimo Esperanto, médico polaco, creador del idioma Esperanto en mil ochocientos ochenta y siete, con idea de que se convirtiera en lengua mundial, su gramática es muy sencilla y el vocabulario se nutre de varios idiomas, griego, latín, alemán, inglés, francés, italiano, castellano, entre otros, y una amplia gama de obras han sido traducidas a este idioma artificial…
     El profesor que nos dio Griego I, nos invitó a su casa para ofrecernos una Noche Ática, compartimos música, conversaciones, una de sus grabaciones radiales acerca del mito de Aracne, mientras comíamos y bebíamos; el profesor de Latín I algunas veces me invitó a almorzar, y un sábado fuimos con un estudiante de Educación, amigo de él, hasta San Rafael de Mucuchíes, llegamos en la tardecita, nos hospedamos en una casa de amigos del profesor, y en la mañana del domingo salimos a caminar bajo el buen frío paramero; cuando íbamos a comenzar clases de Pensamiento Clásico, el profesor Briceño Guerrero llegó el primer día con nueve ejemplares en griego de Symposium, El Banquete o Simposio, que los quitó prestado en la Biblioteca de la Facultad de Humanidades, para que lo leyéramos y tradujéramos en clase, y un día nos invitó a una reunión de noche en su casa, fuimos y compartimos parte de la lectura de Symposium, hablamos, escuchamos música, comimos y bebimos…
     El grupo de nueve estudiantes conformábamos la Especialidad de Lenguas y Literaturas Clásicas, fuimos compañeros y amigos, y hasta mi último aliento agradezco a Dios, por tantos buenos y lindos momentos, y de forma sin par por la dicha de haber conocido y tener de amiga a María Carmen, Mariela, así la nombramos en amable hipocorístico…