Andanza por nuestro
idioma 40
Desde hace algún tiempo he llegado a
pensar que las plantas también pertenecen al reino animal, palabra proveniente
del latín animal, por el hecho de que
las plantas viven, sienten y se mueven con impulsos propios…
Una de tantas mañanas salí a caminar con
mi mujer María, y cuando íbamos por la escuela Francisco Lazo Martí, en la Misión de Nuestra Señora de los Ángeles, se nos
emparejó un perro de pelaje castaño claro, en la cola tenía pegada dos hojas,
que hubiera querido despegárselas, le comenté a María que, en otra ocasión, ese
mismo perro me había acompañado hasta donde empieza la bajada, frente al espejo
de agua de la represa del Guárico, y seguimos nuestra caminata, compramos
chicharrón, frijoles colorados y queso blanco de cincho, en el abasto Gran Próspero compramos jugo de naranja,
pasta recortada y arroz, y en la Luis XV compramos pan
campesino rebanado, terminamos de hacer las compras y nos vinimos de regreso y
el perro nos acompañaba, por la avenida a orillas de la acera bajaba agua y el perro se detuvo varias veces
a beber de esa agua lapi lapi lapi, volvimos
a pasar frente a la escuela y en la misma esquina, donde se nos había
emparejado el perro, ahí también se separó de nuestro lado, y frente a la
urbanización Brisas de la Represa está una casa
no cercada, con un patio grande, donde hay varios mangos cargados, en el suelo
había varios mangos maduros y le dije a María que agarrara unos, varios conocidos
me saludaron, entre ellos estaba una egresada en Educación Integral de la Universidad Rómulo Gallegos, a quien le di Literatura en
cuarto año de esa carrera…
Cuando me senté a escribir, mi hijo se había
comido dos mangos, y me dio un pedazo del segundo, yo estaba regando las
plantas, y cuando terminé, fui a la nevera y tomé un mango, agarré un cuchillo,
y me senté sobre un bloque en el patio, ahí pelé el mango y me lo fui comiendo,
miraba el pasar de las nubes, la brisa llegaba y me hacía sentir muy bien, y seguí
pensando en que las plantas también son del reino animal, mientras miraba el
mamón, los cocoteros, mereyes o marañones, uveros, el aguacatero, los piñeros,
yagrumos, el icaco y los almendros…
Son
dos veces que ese perro de pelaje castaño claro ha estado en mis caminatas, y
me he sentido muy agradado; también recuerdo, cuando viví solo en una casa en
Mérida, Pedregosa arriba, me había divorciado,
y me había mudado a esa casa alquilada, supongo que los antiguos moradores de
esa casa, dejaron el perro, y en las noches no me sentía solo, porque el perro
se acostaba en el corredor de atrás, y vigilaba, caminaba, ladraba y se volvía
a echar; confieso que a mí nunca me ha
gustado tener perro en la casa, no soy indiferente a los perros, yo no los
rechazo, ni les hago daño, como no se lo hago a ningún otro animal; en cambio
siembro plantas, las riego, las cuido, miro sus colores y formas, y me gusta
aspirar el aroma de las flores, y en cuanto a los animales me gusta mirarlos
libres en su ambiente natural…