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sábado, 17 de mayo de 2014

Andanza por nuestro idioma 40



Andanza por nuestro idioma                  40

     Desde hace algún tiempo he llegado a pensar que las plantas también pertenecen al reino animal, palabra proveniente del latín animal, por el hecho de que las plantas viven, sienten y se mueven con impulsos propios…
     Una de tantas mañanas salí a caminar con mi mujer María, y cuando íbamos por la escuela Francisco Lazo Martí, en la Misión de Nuestra Señora de los Ángeles, se nos emparejó un perro de pelaje castaño claro, en la cola tenía pegada dos hojas, que hubiera querido despegárselas, le comenté a María que, en otra ocasión, ese mismo perro me había acompañado hasta donde empieza la bajada, frente al espejo de agua de la represa del Guárico, y seguimos nuestra caminata, compramos chicharrón, frijoles colorados y queso blanco de cincho, en el abasto Gran Próspero compramos jugo de naranja, pasta recortada y arroz, y en la Luis XV compramos pan campesino rebanado, terminamos de hacer las compras y nos vinimos de regreso y el perro nos acompañaba, por la avenida a orillas de la acera  bajaba agua y el perro se detuvo varias veces a beber de esa agua lapi lapi lapi, volvimos a pasar frente a la escuela y en la misma esquina, donde se nos había emparejado el perro, ahí también se separó de nuestro lado, y frente a la urbanización Brisas de la Represa está una casa no cercada, con un patio grande, donde hay varios mangos cargados, en el suelo había varios mangos maduros y le dije a María que agarrara unos, varios conocidos me saludaron, entre ellos estaba una egresada en Educación Integral de la Universidad Rómulo Gallegos, a quien le di Literatura en cuarto año de esa carrera…
     Cuando me senté a escribir, mi hijo se había comido dos mangos, y me dio un pedazo del segundo, yo estaba regando las plantas, y cuando terminé, fui a la nevera y tomé un mango, agarré un cuchillo, y me senté sobre un bloque en el patio, ahí pelé el mango y me lo fui comiendo, miraba el pasar de las nubes, la brisa llegaba y me hacía sentir muy bien, y seguí pensando en que las plantas también son del reino animal, mientras miraba el mamón, los cocoteros, mereyes o marañones, uveros, el aguacatero, los piñeros, yagrumos, el icaco y los almendros…
      Son dos veces que ese perro de pelaje castaño claro ha estado en mis caminatas, y me he sentido muy agradado; también recuerdo, cuando viví solo en una casa en Mérida, Pedregosa arriba, me había divorciado, y me había mudado a esa casa alquilada, supongo que los antiguos moradores de esa casa, dejaron el perro, y en las noches no me sentía solo, porque el perro se acostaba en el corredor de atrás, y vigilaba, caminaba, ladraba y se volvía a echar; confieso que a  mí nunca me ha gustado tener perro en la casa, no soy indiferente a los perros, yo no los rechazo, ni les hago daño, como no se lo hago a ningún otro animal; en cambio siembro plantas, las riego, las cuido, miro sus colores y formas, y me gusta aspirar el aroma de las flores, y en cuanto a los animales me gusta mirarlos libres en su ambiente natural…