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martes, 13 de mayo de 2014

Andanza por nuestro idioma 33



Andanza por nuestro idioma                33

                                     Una muchacha y una guitarra
                                     para poder cantar,
                                     esas dos cosas
                                     que en esta vida 
                                     nunca te han de faltar…


                                    

     Seguíamos nuestra caminata y escuchamos de una casa por donde pasábamos esa parte de la canción alegre que cantaba Sandro, y me dio por pensar que quienes hayan inventado la guitarra, el cuatro y la bandola lo hicieron pensando en las hermosas formas de mujer, la mujer sensual en sus distintas siluetas, y la guitarra con cuerpo femenino, y con alma infinita de armonías y de acordes que se pueden combinar para llenar de sentido la vida de los seres humanos disímiles en gustos, pensares y sentires; y dama, muchacha y guitarra muestran la misma rima asonantada…
     Ahora señalamos que la palabra guitarra nos llegó del árabe qitara, y este la tomó del griego kithara, y confieso que desde muchacho me ha gustado mirar y escuchar los sonidos de la guitarra, y lamento que uno de mis dones no sea saber ejecutar este instrumento apolíneo…
     En una de las tantas cosas en que nos metimos mi amiga en Mérida, María Carmen y yo, fue la vez que ella se enteró de que iban a dar un curso de guitarra, en un edificio entre las avenidas Independencia y Lora, pero el principiante debía llevar la guitarra, ella se inscribió y yo le conseguí la guitarra prestada con Diego, un amigo de residencia, cuando fuimos por primera vez ella quiso que fuera yo quien hiciera el curso, pero yo la convencí de que no, y así fue como ella se inició, asistió como a tres sesiones hasta cuando desistió…
     Mi amigo Diego sí cantaba, mientras se acompañaba de la guitarra; y con nosotros estudiaba Enrique, y él sí era un virtuoso con la guitarra, no olvido la vez cuando fuimos todo el grupo hasta bien arriba de El Valle, y allá sentados sobre la hierba, frente a la montaña verdiazul y con el turbante circundante de la neblina, Enrique nos regaló un mágico concierto de guitarra…