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miércoles, 4 de junio de 2014

Andanza por nuestro idioma 91



Andanza por nuestro idioma     91

     Del latín bis, dos, y cyclus, círculo, rueda, formamos en castellano la palabra bicicleta, biciclo…
     Aprendí a andar en bicicleta un rato de un mediodía, llegué de cumplir mi horario de trabajo de la mañana en la sastrería, y me fui al frente de la casa, donde vivía la familia Pacheco, y le dije a Omar que me prestara la bicicleta, que ya yo sabía cómo andar sin caerme de la bicicleta, me la dio y salieron todos detrás de mí, me llevé la bicicleta al zanjón que pasaba por el patio de la casa, me subí en ella, y empecé a pedalear sin pausa, y mantuve el equilibrio, después me salí a la calle, me volví a subir y todos se quedaron sorprendidos por mi destreza…
     Al poco tiempo nos mudamos para nuestra casa propia en Merecurito, estudiaba quinto grado y un compañero de clase me vendió por cincuenta bolívares una bicicleta, empecé a ir a la escuela en bicicleta, y una tarde iba por la carretera nacional, me salí del hombrillo y caí al suelo, me di un fuerte golpe en la quijada, me fui con la bicicleta en la mano hasta la casa de mi hermana mayor, Pina, le conté lo sucedido, y cuando me revisó, me dijo que fuera al hospital, porque tenía un hueco debajo de la quijada, me fui caminando al hospital Mercedes, y una enfermera me suturó dos puntos en la herida…
      Una mañana tempranito me fui en la bicicleta rumbo a la sastrería, y cuando iba a cruzar en la calle Bolívar, venía una camioneta, no la pude evitar, me arrolló, quedé bajo la camioneta, en cuestión de centésimas de segundos, miré como si fuera una película muy rápida, y los traumatismos fueron tan fuertes que gritaba del dolor, el chofer ayudado de otros me subieron a la camioneta, me llevó al hospital Mercedes, me desnudaron, y el médico me haló las piernas, me las flexionaba y casi me desmayo del dolor, me hospitalizaron cinco días, iba gente a visitarme, y decían que había sido un milagro, que yo había vuelto a nacer, hasta mi maestra Lolita me fue a visitar, me llevó manzanas, peras, uvas, galletas y unos jugos, me alegró bastante con su visita, y el chofer y dueño de la camioneta cumplió cabalmente con todos los gastos y también se esmeró en atenciones…
     Una tarde iba en la bicicleta que mi papá me compró, había salido de clase y me dirigía a llevarle la cena al sitio donde él trabajaba de vigilante, y cuando iba llegando al Colegio Nuestra Señora del Rosario, venía un enorme toro con unos cachos grandísimos, venía corriendo por el medio de la carretera, yo iba de frente, y de pronto el condenado toro se dirigió hacia mí, me lanzó una cornada, pero me tiré de la bicicleta, caí entre un mogote de matas espinosas, mientras miraba cómo la bicicleta seguía rodando sola hasta que se cayó, y tampoco olvido que estaban por casualidad un antiguo compañero de primaria, con la hermana que me gustaba, y los dos casi se mueren de las risas…
     Me sucedieron otros percances en bicicleta, pero ahora escribo de la vez, cuando andaba con un compañero de primaria y en ese momento de bachillerato, los dos habíamos ido en mi bicicleta hasta los pozos del Ique, estábamos sentados y de pronto llegaron tres hermanos, un muchacho y dos muchachas muy bonitas, nos dijeron que vivían y estudiaban bachillerato en Valencia, una de ellas fue muy conversadora y atenta conmigo, sonreía bastante con las cosas que yo le decía, recuerdo que era blanca, cara linda y de muy redondeadas formas femeninas…