Andanza por nuestro idioma 91
Del latín bis, dos, y cyclus,
círculo, rueda, formamos en castellano la palabra bicicleta, biciclo…
Aprendí a andar en bicicleta un rato de un
mediodía, llegué de cumplir mi horario de trabajo de la mañana en la sastrería,
y me fui al frente de la casa, donde vivía la familia Pacheco, y le dije a Omar
que me prestara la bicicleta, que ya yo sabía cómo andar sin caerme de la
bicicleta, me la dio y salieron todos detrás de mí, me llevé la bicicleta al
zanjón que pasaba por el patio de la casa, me subí en ella, y empecé a pedalear
sin pausa, y mantuve el equilibrio, después me salí a la calle, me volví a
subir y todos se quedaron sorprendidos por mi destreza…
Al poco tiempo nos mudamos para nuestra
casa propia en Merecurito, estudiaba quinto grado y un compañero de clase me
vendió por cincuenta bolívares una bicicleta, empecé a ir a la escuela en
bicicleta, y una tarde iba por la carretera nacional, me salí del hombrillo y
caí al suelo, me di un fuerte golpe en la quijada, me fui con la bicicleta en
la mano hasta la casa de mi hermana mayor, Pina, le conté lo sucedido, y cuando
me revisó, me dijo que fuera al hospital, porque tenía un hueco debajo de la
quijada, me fui caminando al hospital Mercedes,
y una enfermera me suturó dos puntos en la herida…
Una mañana tempranito me fui en la
bicicleta rumbo a la sastrería, y cuando iba a cruzar en la calle Bolívar, venía una camioneta, no la pude
evitar, me arrolló, quedé bajo la camioneta, en cuestión de centésimas de
segundos, miré como si fuera una película muy rápida, y los traumatismos fueron
tan fuertes que gritaba del dolor, el chofer ayudado de otros me subieron a la
camioneta, me llevó al hospital Mercedes,
me desnudaron, y el médico me haló las piernas, me las flexionaba y casi me
desmayo del dolor, me hospitalizaron cinco días, iba gente a visitarme, y
decían que había sido un milagro, que yo había vuelto a nacer, hasta mi maestra
Lolita me fue a visitar, me llevó manzanas, peras, uvas, galletas y unos jugos,
me alegró bastante con su visita, y el chofer y dueño de la camioneta cumplió
cabalmente con todos los gastos y también se esmeró en atenciones…
Una tarde iba en la bicicleta que mi papá
me compró, había salido de clase y me dirigía a llevarle la cena al sitio donde
él trabajaba de vigilante, y cuando iba llegando al Colegio Nuestra Señora del Rosario, venía un
enorme toro con unos cachos grandísimos, venía corriendo por el medio de la
carretera, yo iba de frente, y de pronto el condenado toro se dirigió hacia mí,
me lanzó una cornada, pero me tiré de la bicicleta, caí entre un mogote de
matas espinosas, mientras miraba cómo la bicicleta seguía rodando sola hasta
que se cayó, y tampoco olvido que estaban por casualidad un antiguo compañero
de primaria, con la hermana que me gustaba, y los dos casi se mueren de las
risas…
Me sucedieron otros percances en bicicleta,
pero ahora escribo de la vez, cuando andaba con un compañero de primaria y en
ese momento de bachillerato, los dos habíamos ido en mi bicicleta hasta los
pozos del Ique, estábamos sentados y
de pronto llegaron tres hermanos, un muchacho y dos muchachas muy bonitas, nos
dijeron que vivían y estudiaban bachillerato en Valencia, una de ellas fue muy
conversadora y atenta conmigo, sonreía bastante con las cosas que yo le decía,
recuerdo que era blanca, cara linda y de muy redondeadas formas femeninas…