Andanza por nuestro
idioma 26
Hoy pasamos
frente a la casa Lolita, en la calle
5, Bolívar, con carrera 2, y
recordamos el hipocorístico, transcripción fonética del griego jypocoristikós, diminutivo cariñoso, y
sabemos que en esa casa Lolita vive
la maestra, que nos dio clases en quinto grado por los años sesenta, y su
nombre es Dolores, pero la conocemos por el hipocorístico Lolita, porque a Dolores le decimos Lola o Lolita; y a
Mercedes la nombramos Mecha o Meche; a Jesús, Jesusita, Chucho, Chucha; a Manuel, Manolo;
a Catalina o en su forma rusa Katiusca, Katiuska, Cata, Kata, Caty, Katy, Catana, Katana; a Josefina, Pina; a María, Mary, Mariela, Maricucha, Mara, Marielita, Mariíta…
A mi
maestra Lolita la recuerdo con bastante afecto por tantas cosas lindas que me
dio y compartimos, y lo que más me dio en quinto grado fue su inmenso cariño,
en el salón hablábamos en italiano, ella está casada con un italiano, yo
trabajaba con dos hermanos italianos en la sastrería La
Nacional, ella era jovencita y bonita, y hace poco nos
encontramos en un sitio comprando comestibles, y ella se me acercó, nos
saludamos, la besé en la mejilla, y le comentó a los dueños del establecimiento
Yo cuando le di clases a esos muchachos,
estaba recién graduada, estaba jovencita, y esos muchachos eran unos
grandulones, y todos estaban enamorados de mí…
Germán y
yo, compañeros de ese quinto grado, nos hicimos buenos amigos, y caminábamos
por la sabana y siempre teníamos en la conversación a la maestra Lolita, Germán me decía que ella estaba
enamorada de mí, yo no le hacía caso a sus comentarios, pero yo sí sabía que la
maestra me gustaba, en esa forma como un alumno se enamora de su maestra, y
esto me lo guardaba, no se lo comentaba a Germán, porque era muy lengua larga,
y me cuidaba de soltar prenda, porque seguro iba y se lo decía a los demás
compañeros y hasta a la maestra, y no quería imaginarme cómo sería yo blanco de
sus bromas, de sus chistes y de sus burlas…