Andanza por nuestro
idioma 21
Hoy me fui
caminando a comprar algunos comestibles, un amigo de infancia me saludó, detuvo
el carro y me ofreció la cola, me llevó hasta el abasto, nos despedimos, hice
las compras, cancelé y regresé caminando poco a poco, ya el sol comenzaba a
apretar, pero soplaba bastante brisa, a lo lejos miré unos apamates florecidos
de lilas delicadas, también hay apamates de flores blancas, y la acera lucía
una alfombra de flores caídas, y por un momento caminé sobre esa estera de
lilas mullidas, y pisaba como no queriendo tocarlas, me sentí un príncipe
honrado pasando sobre tanta delicadeza, y pensé en apamate Tabebuia rosea; mientras seguía mi ruta rumbo a casa, más adelante
me agaché a agarrar un merecure maduro, pasaba a un lado de la iglesia de la Misión Nuestra Señora de los
Ángeles, y al otro lado la Escuela Estadal
Francisco Lazo Martí muy cerca de la
plaza Carlos Segundo Madera, y de
vista panorámica el espejo de agua de la represa del río Guárico…
A una
cuadra de la casa, saludé a la hija del vecino, que le dieron de alta, y lo
terminaban de llevar a su casa, ella me dijo que su papá estaba mejor, le envié
mis saludos con la alegría de que está mejor, y con mis mejores deseos para que
se restablezca pronto, continué sobre mis pasos, y me agaché a recoger una
metra a escasos metros de la puerta de la casa…
En estos
días le pregunté a un amigo de infancia a quién contactaba en el Ministerio del
Ambiente, para conseguir un apamate que quiero sembrar en el patio de la casa,
me dijo el nombre de la persona encargada de la Misión Árbol, y él como
Ingeniero Forestal me recordó el nombre científico de este hermoso árbol de
madera fina…
Cuando
llegué a casa, me fui al patio y me imaginaba en el tiempo cómo se vería de
bonito el apamate florecido en el sitio, que ya tengo apartado para sembrarlo…