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viernes, 2 de mayo de 2014

Andanza por nuestro idioma 18



Andanza por nuestro idioma               18

     Cuando los niños están empezando a caminar, todavía escuchamos decir sobre todo a las madres Caminando, caminando, la Virgen te va ayudando…, y nosotros caminando llegamos a un patio donde jugaban bolas criollas, arrimaban y bochaban, y escuchamos varias veces boche, proveniente de la palabra italiana boccia, y me vino a la memoria el mediodía, cuando salí de la sastrería, donde yo trabajaba en el turno de la mañana, terminaba de cumplir con mi labor, me fui caminando rumbo a mi casa, iba muy entretenido lanzando piedras, como si fuera un jugador de bolas criollas, y a cuanta cosa veía delante de mí, me cuadraba, afinaba la puntería, y le lanzaba la piedra a pote, papel, o a algún mango… Así iba, cuando de pronto miré que algo brillaba a varios pasos frente a mí, me volví a cuadrar, de la manera como lo hace un bochador derecho, lancé la piedra, le acerté a esa cosa que brillaba, y fui corriendo para ver a qué le había pegado, y qué sorpresa y alegría las que me llevé, la piedra del boche había caído justo sobre un real de plata, moneda de 50 céntimos… A dos cuadras estaba mi casa, cuando apenas llegué, le conté a mi mamá, luego me bañé, me vestí, almorcé y me fui a la escuela Ramón Francisco Feo, donde estudiaba Quinto Grado… Sabía que con ese real tenía para comprar la merienda, un refresco y dos panes rellenos… Recuerdo que era una tarde calurosa, los árboles de mango estaban cubiertos de flores y a lo lejos se divisaban algunas nubes anunciadoras de la temporada de lluvias… También le conté a la maestra Lolita el suceso del boche, ella sonrió y como tantas veces me volvió a insistir, para que yo le dedicara tiempo a la lectura, ella constantemente me motivaba para que leyera y escribiera, y además me decía que yo tenía habilidades natas para ambas actividades, tanto era así que cada tarde me asignaba alguna lectura en el salón, y luego me hacía que escribiera en el cuaderno algo respecto a la lectura hecha o acerca de lo que yo quisiera contar… Cuando yo terminaba de escribir, le entregaba el cuaderno, ella leía y después se lo llevaba a la maestra de la otra sección, y le ponderaba mis facilidades de lectura y de escritura… Ella fue la maestra que más cariño me ofrendó, de eso ha transcurrido más de medio siglo y no la olvido,  ella aún vive en este pueblo de mangos, ciruelos, arroz y resolanas, como tampoco olvido el boche al real, mientras iba de la sastrería a mi casa…
     El suspiro de vida de cada uno de nosotros se teje de sorprendentes o insólitas causalidades, pequeños o grandes sucesos, complejos, sencillos o hermosos como la flor de bora, ese ingrávido nenúfar sobre las lagunas o ríos llaneros… Dios quiera y siembre en nuestros espíritus la magia de la alegría, y ese acto de fe antes de dormirnos y el milagro de volver a abrir los ojos con cada nuevo amanecer…