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lunes, 31 de octubre de 2016

Algunas líneas para tener ciertas luces de Bob Dylan


Algunas líneas para tener ciertas luces de Bob Dylan
                                     
       Ediciones Júcar, en la Colección Los juglares, del estudio de Jesús Ordovás de 1972, publica esta edición en 1979 dedicada al que conocemos con el pseudónimo de Bob Dylan, su verdadero nombre es Robert Allen Zimmerman, y nace el 24 de mayo de 1941 en Duluth, Minnessotta.
       Leamos palabras de Dylan De la ciudad en que nací no me acuerdo muy bien. Duluth es una pequeña ciudad minera. Está construida sobre una montaña en Lake Superior. Yo nací allí, mi padre también nació allí. Mi madre era de Iron Range Country. Nos fuimos a vivir con la familia de mi madre cuando yo era muy joven. Hibbing es la mina al aire libre más grande del mundo. Tiene escuelas, iglesias, tiendas de comestibles y una cárcel.  Tiene también un equipo escolar y un cine, bares con música de polka y un viejo juzgado devorado por el viento y los años. Cuando yo llegué oí solo los graznidos de las sirenas. Unas vías de tren atravesaban el campo, indicando el camino que los padres de mis amigos habían seguido al abandonar Hibbing. Todo estaba desierto, muerto, con un edificio derrumbado que llamaban escuela. Entre sus agrietadas paredes me dejó mi madre. Me fui de allí a los diez, doce, trece, catorce, quince, diecisiete y dieciocho años. Todas las veces me devolvieron a casa, menos una. Escribí mi primera canción a mi madre y la titulé Para mi madre. No recuerdo que mis padres cantaran demasiado. Por lo menos yo no canté ninguna canción con ellos. Me inscribí en la Universidad de Minnessotta en un curso que nunca acabé. En la clase de Ciencias me suspendieron por negarme a matar un conejo. Me echaron de la clase de Inglés por usar palabras de cuatro letras en un papel en que hablaba del profesor. También suspendí la asignatura de Comunicación por llamar todos los días diciendo que no podía ir. Me aprobaron la asignatura de Español, pero ellos no me enseñaron nada. Me echaron a patadas de una Casa de Fraternidad; estuve viviendo allí hasta que me quisieron hacer socio. Prefería estar en un apartamento con dos chicas de Dakota del Sur. Después me fui a la casa de una actriz y acabé al este del río Mississippi con diez amigos. Fue muy bella mi vida de colegial.
       Una vez que Dylan se cansó de andar por las calles, decidió tomar el primer tren de mercancías que lo llevara a alguna parte… Volvamos a leer palabras de Dylan Llegué a Galveston, hice autostop y terminé en Texas cuatro días después. Fui a buscar a un viejo amigo a su casa; su madre salió a abrirme la puerta y me dijo que estaba en el ejército. Cuando cerró la puerta yo ya estaba en California. En la autopista de Oregon me cogió una enfermera y me llevó al Festival Indio de Gallup, en New Mexico. Con mi pulgar al aire, mis ojos medio cerrados por el frío y el sueño, y mi sombrero, me ponía en los cruces de las autopistas hasta que el cuerpo se me caía al suelo. Iba en cualquier dirección. Aprendía tantas cosas. Salía de los trenes a patadas. Hice autostop en las autopistas 61-51-169-37-66 y 22. Cantaba para comer y cortaba hierba por un cuarto de dólar. Estuve en la cárcel por sospechoso de robo a mano armada; me golpearon durante cuatro horas. Nunca les había hecho nada. Tenía tiempo para tocar la guitarra, para cantar y para escribir. Pero nunca tuve tiempo para preguntarme por qué lo hacía .Nunca fui pobre, siempre tuve mi guitarra y mi armónica.
       En Central City, Colorado, tuve mi primer empleo. Era un sucio y destartalado número de strip-tease. Tocaba unos minutos mis canciones folk y subían las chicas a hacer su número. La gente pedía a gritos que las chicas siguieran actuando, pero ellas se iban y yo tenía que amainar la tormenta con mis canciones folk. La noche se hacía larga, el aire se viciaba; todo el mundo acababa borracho y los vómitos llenaban el local. Yo me ponía enfermo y perdía el control.
       De su encuentro en 1961 con Woodie Guthrie escribió Dylan Woodie Guthrie fue mi último ídolo porque fue el primero. Nunca encontré a nadie que me dijera cara a cara que los hombres tienen razones para hacer lo que hacen, pero que cualquier acto puede ser puesto en duda. Que hay un millón de razones y un millón de deseos rugiendo salvajemente y que muchas veces no se encuentran mutuamente. Que los ídolos invisibles crean el miedo y pìsan las esperanzas cuando revientan. Woodie nunca me hizo tener miedo, y él no pisó ninguna esperanza porque tenía un libro de Hombres y me lo dejó leer… Lo único que me gusta es escribir canciones y cantar tal como lo he estado haciendo hasta ahora. No sabría qué hacer con un millón de dólares. Aunque quizá me comprara dos motos, unos cuantos acondicionadores de aire y cuatro o cinco sofás… En New Yersey toqué para unos grandes aficionados al ajedrez. Mientras yo cantaba, ellos jugaban. Me pedían canciones tiernas. Yo cantaba lo que sabía, y en medio de la canción oía jaque, mate, fue un buen movimiento, ahora verás. Nadie escuchaba nada de lo que cantaba. Cuando fui a cobrar el dueño del local me dijo que allí no pagaban dinero. Le dije, bueno; pero yo he trabajado dos días. Él me dijo que solo daban fichas de ajedrez. Dije, bueno; déme mis fichas. Por dos días de trabajo me dio un rey y una reina. Fui a la barra y pedí una zarzaparrilla. Cuando me pidieron el dinero les di una reina y me devolvieron cuatro peones, dos torres y un caballo.
       Dylan intenta comunicar lo que un joven pobre siente en medio de una gran ciudad en pleno invierno Buscando trabajo recorrí toda la ciudad. / Conseguí un empleo para tocar la armónica / sacando aire de los pulmones por un dólar al día. / Soplé por arriba, por abajo, por dentro y por fuera. / El tipo de allí dijo: me gusta tu sonido. / ¡Un dólar valía!
       Un gran hombre dijo una vez que hay gente que roba con una pluma. / No hacía falta pensar mucho para saber de qué hablaba ese tipo. / Tanta gente no tiene comida en la mesa, / pero tienen tantos tenedores y cuchillos y cortan alguna cosa…
       He escrito una canción sobre un paradójico mundo que da vueltas, / que parece hambriento y enfermo, cansado y roto, / que parece morirse y todavía no ha empezado a nacer…
       Un crítico le preguntó ¿Quién le ha influenciado a usted, señor Dylan? Y Dylan contestó No puedo hablar de ello porque hay demasiadas influencias y podría olvidarme de alguna. Woodie Guthrie, Big Joe Williams…, es fácil recordar esos nombres. Pero, ¿qué hay de los cruces de autopistas y de las esquinas heladas? ¿Qué hay de los discos que has escuchado una sola vez? ¿Qué hay de los aullidos de los lobos y de los ladridos de los perros? ¿Qué dices del miau de los gatos y del muuu de las vacas y del silbido de los trenes nocturnos? Abre los ojos y los oídos y déjate influenciar, y no habrá nada que puedas hacer para impedir todo eso…
       En 1962 ya Dylan cantaba y hablaba así ¿Cuántos caminos debe un hombre andar antes de que lo tengan por hombre?... Pienso que los mayores criminales son aquellos que vuelven la cabeza cuando ven que algo está mal y saben en verdad que está mal.  Yo solo tengo veintiún años y ya sé que ha habido demasiadas guerras. Los mayores de veintiún años deberían saberlo mejor que yo. No dejes que nadie te enseñe el camino que has de seguir. No dejes que nadie te diga cómo son las cosas. No permitas que nadie alce barreras delante de tus ojos. Levántate por la mañana y camina con los ojos bien abiertos. Olvida las frases hechas de los necios. No hay nada dicho. Mientras tengas pies para andar habrá montañas por escalar…  
       En 1968 yo estudiaba bachillerato en mi pueblo, Villa de Todos los Santos, y en esa contemporaneidad tantas cosas parecidas o disímiles sucedía en distintas partes del mundo, y Dylan escribe y canta en este año la letra de una canción que siempre va a tener vigencia en la vida auténtica de cada hombre o mujer de este planeta

                               Amor es todo lo que hay
                               Es lo que hace al mundo dar vueltas   
                               Amor y solo amor
                               No se puede negar

       De 1968 hasta este momento, cuando escribo estas líneas, son casi cincuenta años transcurridos, qué de cosas han pasado, y los hombres y mujeres veremos la luz, que disipa cada mentira, solo si nos abrazamos al amor que se corresponde con la idea que rogamos a Dios Líbranos del mal…, es decir que nos libre de hacer mal y que nos libre de que nos hagan mal..


Adelfo Morillo