Alegrías o penas de alma
Las fotografías se vuelven color sepia con
el paso del tiempo… Mi hermana mayor mantiene unos viejos álbumes, en uno de
ellos está una fotografía mía, donde aparezco remilgado y timorato, porque yo
fui el relegado…
Mantuve pegada a la pared una fotografía
de una esplendente cayena, me la regaló mi amiga, compañera de estudio y de
vivencias en Mérida, una flor abierta, roja y con ojos de rocío…
Viví un tiempo muy difícil en lo económico
y espiritual, y en cada fotografía aparecía mi deterioro físico, reflejo de mi
angustia moral, fue pasando el tiempo y dichas condiciones las fui superando, y
cada fotografía que encontraba con esa fea apariencia, la rompía, la última me
la dio mi hermana mayor, la cargaba en el bolso, la extrajo y me la entregó,
apenas la miré, la rompí, ella hizo un comentario real de cómo me veía en la
imagen, y yo dejé ir el dolor en silencio…
La fotografía que más me gusta, es esta
donde aparezco con mis primos Aleida y Asdrúbal, todos éramos pequeños, me
dicen que yo tenía año y medio, y que en ese tiempo vivíamos en Cabruta, frente
al Orinoco, aquí aparece en mi carita una expresión de paz, candor y belleza…
Otra fotografía que me agradó mucho, fue
cuando saqué mi primer carnet estudiantil en la Universidad de Los
Andes, en Mérida, esa mañana andaba con mi amiga María Carmen, y salí con una
atractiva sonrisa…
Ahora me gusta fotografiarme junto a
plantas florecidas o frente a distintos paisajes, solo o en compañía de mis
hijos y de mi mujer, y busco que aparezca mis mejores expresiones faciales,
porque también las fotografías captan alegrías o penas de alma…