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lunes, 3 de junio de 2013

A todos los que atesoramos amistad y amor


A todos los que atesoramos amistad y amor

     En 1960 nos mudamos de El Picacho para el barrio Caja de Agua en Calabozo, dejábamos la orilla del Apure y llegábamos a donde estaba represado el Guárico…Entre tantas cosas diferentes, una de las que más me alegró fue que me inscribieron para estudiar Primer Grado en el Grupo Escolar Ramón F. Feo, y en septiembre, en el primer día de clase me encontré ahí con mis primos hermanos José y Asdrúbal, y Asdrúbal quedó conmigo en el mismo salón, las clases en la mañana comenzaban a las ocho, y ese primer día de clase, después que entramos al salón, al rato me empezó a dar sed y ganas de orinar, le dije a mi primo, y él me dijo que esperara un poco, que en un rato daban receso, yo lo escuché, pero no entendí que era eso de receso, pero al poco tiempo sonó el timbre y salimos del salón, el receso era media hora para corretear, jugar, descansar, ir a la cantina a comprar, pero yo busqué el baño para orinar, después me fui hacia la salida donde estaba un vendedor de comodoro, y me acerqué y le dije: -un comodoro, un comodoro, y el vendedor atendía a los que iban llegando y a mí no, pero escuché que le pedían un raspado, y me di cuenta de que así le decían al comodoro en Calabozo, y entonces le pedí un raspado de colita, y al momento me lo dio… Otra cosa que extrañaba, era que en El Picacho vivíamos a orillas del Apure, donde miraba pasar tantas cosas frente al río como el salir y zambullir de las toninas, y en cambio aquí de donde vivíamos a la represa quedaba un buen espacio, y por lo demás lográbamos mirar el Guárico corriente solo cuando alzaban las compuertas para aliviar la represa… Recuerdo de ese primer año de estudio que aprendí a leer y a escribir, y eso me produjo una gran alegría, que todavía lo disfruto en mi vida cotidiana de lector, escritor, profesor y en mi convivencia vecinal y ciudadana… Conmigo estudiaba Marisela, una linda compañera de piel, cabello y ojos claros, ella tenía facilidad para dibujar, y aparte de eso a mí me gustaba, y ella se sentía a gusto conmigo, leíamos, escribíamos, hablábamos y reíamos casi todo el tiempo, era uno de esos enamoramientos infantiles, yo hacía cada cosa con intención de hacerla sonreír, buscaba ser el centro de su atención, y ahora cuando esto escribo, espero que siga en la vida, pero no tengo ni idea de dónde pueda estar, y a qué se dedica, pero si sigue presente en este mundo, por ella dedico esta memoria sin nostalgia a todos los que atesoramos amistad y amor..