A todos los que atesoramos amistad y
amor
En 1960 nos mudamos de El Picacho para el
barrio Caja de Agua en Calabozo, dejábamos la orilla del Apure y llegábamos a
donde estaba represado el Guárico…Entre tantas cosas diferentes, una de las que
más me alegró fue que me inscribieron para estudiar Primer Grado en el Grupo
Escolar Ramón F. Feo, y en
septiembre, en el primer día de clase me encontré ahí con mis primos hermanos
José y Asdrúbal, y Asdrúbal quedó conmigo en el mismo salón, las clases en la
mañana comenzaban a las ocho, y ese primer día de clase, después que entramos
al salón, al rato me empezó a dar sed y ganas de orinar, le dije a mi primo, y
él me dijo que esperara un poco, que en un rato daban receso, yo lo escuché,
pero no entendí que era eso de receso, pero al poco tiempo sonó el timbre y
salimos del salón, el receso era media hora para corretear, jugar, descansar,
ir a la cantina a comprar, pero yo busqué el baño para orinar, después me fui
hacia la salida donde estaba un vendedor de comodoro, y me acerqué y le dije:
-un comodoro, un comodoro, y el vendedor atendía a los que iban llegando y a mí
no, pero escuché que le pedían un raspado, y me di cuenta de que así le decían
al comodoro en Calabozo, y entonces le pedí un raspado de colita, y al momento
me lo dio… Otra cosa que extrañaba, era que en El Picacho vivíamos a orillas
del Apure, donde miraba pasar tantas cosas frente al río como el salir y
zambullir de las toninas, y en cambio aquí de donde vivíamos a la represa
quedaba un buen espacio, y por lo demás lográbamos mirar el Guárico corriente
solo cuando alzaban las compuertas para aliviar la represa… Recuerdo de ese
primer año de estudio que aprendí a leer y a escribir, y eso me produjo una
gran alegría, que todavía lo disfruto en mi vida cotidiana de lector, escritor,
profesor y en mi convivencia vecinal y ciudadana… Conmigo estudiaba Marisela,
una linda compañera de piel, cabello y ojos claros, ella tenía facilidad para
dibujar, y aparte de eso a mí me gustaba, y ella se sentía a gusto conmigo,
leíamos, escribíamos, hablábamos y reíamos casi todo el tiempo, era uno de esos
enamoramientos infantiles, yo hacía cada cosa con intención de hacerla sonreír,
buscaba ser el centro de su atención, y ahora cuando esto escribo, espero que
siga en la vida, pero no tengo ni idea de dónde pueda estar, y a qué se dedica,
pero si sigue presente en este mundo, por ella dedico esta memoria sin
nostalgia a todos los que atesoramos amistad y amor..