martes, 15 de septiembre de 2015

Winston Mitchell In memoriam

Winston Mitchell
     In memoriam

       Esta memoria añeja viene desde mil novecientos sesenta y cuatro, desde la Sastrería La Nacional, frente a la Panadería La Maravilla, yo era en esta sastrería muchacho de oficio y aprendiz de costura, y también había una sucursal de esta sastrería frente a la Librería Buenos Aires, y en esa sucursal de la sastrería comenzó a trabajar Winston Mitchell de aprendiz de sastre, él estudiaba primer año de bachillerato en el Liceo Humboldt, cuando este estaba en la calle 5, Bolívar, con carrera 13; al poco tiempo la sucursal se unió a La Nacional frente a La Maravilla, aquí era dueño y sastre Piero, y de allá se vinieron el hermano de Piero, Antonio, sastre también; Alonso, pantalonero; y Winston; a la sastrería llegaban paisanos de estos sastres, por lo que trabajábamos en medio de conversaciones en italiano y en castellano; una mañana fue el profesor de inglés, que le daba clases a Winston en el Liceo, y Piero le dijo al profesor que le hablara a Winston en inglés, y fue así como hablaron en inglés, recordemos que Winston había venido de Trinidad con sus padres y hermanos.
       A esta fecha son 51 años de Winston en labores de sastrería; los italianos se fueron y Winston se quedó al frente de su propia sastrería, yo estuve trabajando con él hasta el año mil novecientos setenta y dos, cuando me fui a Mérida a estudiar en la Universidad de Los Andes… En la sastrería tomamos medidas, cortamos, cosemos, tejemos ojales, zurcimos, y todo eso es un arte, hasta hacemos zurcidos invisibles; se corta pantalones, camisas, chalecos, liquiliquis, sacos o paltós, también faldas, blusas, vestidos y shorts; luego cosemos, rematamos y al final planchamos.
       En la sastrería aprendemos una buena labor, cosemos a mano o a máquina, mientras conversamos, escuchamos música, conocemos gente, y se hace un trabajo de sastrería que cada día es más escaso…
       Era muy característico de Winston que mientras cortaba o cosía, estuviera cantando, con el don que tenía de una buena voz; solo así te recuerdo, amigo, con tus añoranzas de haber querido seguir tus estudios, con tu gusto por aprender, y por eso eras lector, y hasta testarudo porque se le diera los apropiados usos a las palabras en la conversación; y lo que poca gente sabe, Winston, hablabas y leías en inglés, en castellano y en italiano.
       Carlos V decía que hablaba francés con los hombres, italiano con las damas, y reservaba el castellano para hablar con Dios; no dudo de que ahora en castellano estarás hablando con Dios, y le estarás rogando para que los hombres y mujeres, que habitamos en este mundo, nos encontremos en el amor y la fe, y así podamos convivir en el verdadero reino de Dios, que es de amor y paz…  

Adelfo Morillo

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