jueves, 24 de enero de 2013


Miguel Ángel Asturias

     Miguel Ángel Asturias nació en Guatemala (1899); se da a conocer como poeta con la publicación de Clarivigilia primaveral y como dramaturgo en Soluna; mas sus galas literarias nos las va a dar con su producción narrativa El señor Presidente, Leyendas de Guatemala, Hombres de maíz, Mulata de tal, Week-end en Guatemala, Viento fuerte, Los ojos de los enterrados y El Papa verde… Publica en Madrid en 1930 Leyendas de Guatemala, donde ofrece una visión poética de los mitos mayas… Un año después publica una edición francesa y Paul Valéry dice de estas leyendas cortas que son como “historias, sueños, poemas…”
     Gabriela Mistral dijo de El señor Presidente en 1946 (año de publicación de la novela): “Yo no sé de dónde sale esta novela única, escrita con la facilidad del aliento y del andar de la sangre por el cuerpo… La famosa lengua convencional que Unamuno pedía a gritos, cansado de nuestras pobres y pretenciosas retóricas, está en El señor Presidente hasta un punto que don Miguel de Unamuno no sospechó…” Asturias como escritor no se enmarca en un castellano cerrado, porque crea palabras y giros sintácticos, enriquece y da brillo a la prosa con acentos y ritmos poéticos, inventa juegos de palabras traídos de los mitos americanos, griegos, babilónicos y hasta persas y árabes, y exhibe asombrosas metáforas y repeticiones verbales…
     Hombres de maíz publicada en 1949 es una novela donde Asturias combina los mitos, con las leyendas americanas, y todo un ambiente real y maravilloso, pintoresco y dramático…En esta acción narrativa nos encontramos con tipos característicos como el cacique Gaspar Ilom , cuya familia fue asesinada por los soldados, y él muere siendo envenenado; Tomás Machojon, envenenador de Ilom porque esa muerte fue sentenciada por los hechiceros; el hijo de Machojon se encuentra con el diablo y desaparece cuando iba a encontrarse con su prometida Candelana Reinosa; los hermanos Tecún obligados por un hechicero matan a la tribu Zacatón, a cambio de sanarles a la madre; y el ciego Goyo Yic, abandonado por su esposa María Tecún…
     Quizás las lecturas de las Mil y una noches inspira a Asturias para crear el drama, que combina la cultura india con el mundo cultural guatemalteco, Soluna que la estrena en 1955, en un ambiente edénico de América, en que intervienen el realismo americano junto a la fantasía y al mito, con hombres de sol y luna, de vida y muerte, de luz y sombra de un eclipse… Los personajes Mauro, hombre campesino, y Ninica, mujer citadina, ya casados, firman un pacto con sangre, por el cual si a ella no le gusta el campo, puede regresar a la ciudad, cosa que sucede en efecto, y Mauro con gran pesar la deja partir. Ninica necesita huir, los criados la critican, la llaman “tecuna” como a las ingratas legendarias. Mauro se desespera por el abandono de la esposa, y acude a Chamá Soluna, la maga, que puede hacer que el tiempo vuele y que los días de oro se tornen sueños. La angustia de este hombre es superior a su falta de fe en los astros. Y en un sueño mira que Ninica vuelve, y cuando despierta ella está a su lado. Ha vuelto porque el tren en donde viajaba a su ciudad descarriló. Pero Chamá Soluna fue la que provocó el accidente, conjuró el eclipse, y su mágica influencia hizo regresar a Ninica para siempre. Ninica vivía una angustia de insatisfacción, de infelicidad por abundancia o carencia, y como dice su criada Tomasa en una frase contradictoria: “Todo me sobra, y me falta todo.” Asturias usa el recurso de una anécdota matrimonial para regalarnos  una estampa del mundo maya, pleno de realismo fantástico y mágico, y todo ello en una mezcla de palabras guatemaltecas con un castellano casi recién inventado, para cincelar este drama de magia y poesía.
     El 19 de octubre de 1967, día de su cumpleaños, recibe el Nobel de Literatura, y con el pasar del tiempo podemos afirmar que es el escritor de nuestros mitos americanos, de las nuevas imágenes y metáforas, que con maestría y originalidad crea en sus obras un mundo fantástico, real y maravilloso.

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