Plaza Urdaneta
Esta plaza está ubicada en la carrera 12,
entre calles 12 y 13… Ahí el busto en bronce del general Rafael Urdaneta
mantiene la memoria de independencia… Abundantes árboles de mamones,
cotoperíes, chaguaramos, mangos y robles prodigan su sombra reconfortante… Los
pájaros llegan, se posan en las ramas de estos árboles y prodigan sus notas
canoras… La gente pasa, algunos se sientan, hablan, cuentas chismes, cuentos o
anécdotas, conversan de sus calamidades, angustias, o pesares, se desahogan, se
brindan solidaridades, lloran o ríen… Algunas veces llegan encantadores,
embalsamadores, charlatanes, cuentacuentos, vendedores, encuestadores, discurseadores,
también en la mañana o en la tarde pasan mujeres, algunas muy lindas, y
entonces aparecen los piropeadores… El sitio se vuelve fresco con la brisa
entre el follaje de plantas y árboles… Un lunes se miraba la luna en el cielo
azul, en la mañana mostraba nubes blancas, y en la plaza alegraba todo el
colorido de las flores... Y el viernes se olía aroma de amores en el ambiente
de la plaza, cuando una dama vestida de traje rojo parecía emblema de buena
suerte, de hermosura y de esperanza para la alegría y el candor… Los hombres
suspirábamos, algunos piropeaban, y yo me quedé pensando en el mito de Afrodita
y en los versos de amor de Safo:
“Se ha puesto
la luna y las Pléyades.
Es
medianoche. Transcurre el tiempo.
Y yo duermo
sola…”
Y pienso que ese viernes hasta Rafael
Urdaneta cobró vida y con la mirada siguió esa silueta de mujer con encantos de
diosa… Me atreví a preguntarle el nombre a beldad sin par, y me dijo que tenía
por nombre Irene, y como el significado de su nombre en griego, la dejé
continuar en paz… Ha pasado tiempo pero no olvido ese regalo para mis ojos y
para los que ahí estaban, mas otra mujer
linda que estaba presente dijo: -“Qué tontos son los hombres, los emboba el
físico bonito de una mujer.”
Pocas veces me detengo en la plaza
Urdaneta, pero ese viernes estuve y pude disfrutar con los demás presentes el
paso de una de las travesuras de Afrodita, cuando nos hizo desfilar tanta
belleza en una sola estampa de mujer… Donde estés, Irene, que haya paz en el
don divino de la belleza física, y que las galanuras de alma sean aún más
encantadoras…
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